DEMASIADOS ADIOSES
Eduardo, cementerio de la ciudad de Rollinsford, Estado de New Hampshire, USA. 2023 |
En los últimos años vengo agonizando con las noticias de tantas muertes. Desde luego que las ha habido siempre. La vida y la muerte son solamente caras de una misma moneda. Pero de un tiempo a esta parte las malas nuevas parecieran ser una gotera incesante que no se puede soslayar. Al final de cuentas lo cierto es que nos vamos haciendo mayores, y se vuelve más apremiante la ruleta rusa de la vida.
El mes anterior, en mayo, falleció Oswaldo Alcalde, un amigo y vecino del barrio. Fue una partida que me golpeó bastante. Nuestras casas quedan una al lado de la otra, y de chicos crecimos separados por una medianera invisible. Él era mayor que yo y me conoció desde que nací. Y un poco antes nos dejó don José Atalaya, vecino de la misma cuadra, y a quien de joven me unió una buena amistad cuando estuve dedicado a la política con alma, corazón y vida.
Eduardo pronuncia un discurso durante el entierro de su amigo Pablo Silva Villacorta. Chimbote, 1979 |
Tres años después, en 1969, falleció Nolberto Pinedo, conocido en el barrio como “Beto”. Era un joven simpático que trabajaba como ayudante en el cine San Isidro. Vivía en el jirón Unión a dos cuadras de mi casa. La noche del 4 de agosto murió accidentalmente con disparos de bala en circunstancias confusas mientras se celebraba una fiesta familiar a unos pasos de su domicilio. Yo tenía ocho años de edad entonces, y estuve presente en todos los actos de peritaje y reconstrucción de los hechos que se realizaron en la vecindad como parte de la investigación penal. Con el paso de los años me he preguntado si, acaso, en aquel evento yace el embrión de la carrera de abogado que años más tarde elegí.
Hay otra muerte alojada en mi memoria también desde que tengo uso de razón. En realidad aconteció el 28 de julio de 1954, seis años antes de que yo nazca, pero me familiaricé con ella a través de una colección de fotografías en blanco y negro que mi mamá guardaba en una maleta. Desde niños a mis hermanos y a mí nos gustaba mirar estas imágenes. Y ahí había un grupo de fotos de los funerales y el entierro del papá de mi madre, Joaquín Serrano de los Ríos. De nuestros cuatro abuelos, nosotros sólo llegamos a conocer a nuestra abuelita materna, Carolina Rodríguez Villalobos, quien falleció en Trujillo el 28 de octubre de 1975.
Eduardo cargando los restos mortales de Víctor Raúl Haya de la Torre. Chimbote, 1979 |
Yo ya vivía en Estados Unidos en abril del 2007 cuando mi mamá me llamó, y me dijo: “si quieres despedirte de tu papá tienes que venir volando”. Arribé a Chimbote con mi esposa e hija, y tuve el honor de verlo partir. Mi padre, don Alejandro Quevedo Acosta, falleció el 27 de abril de aquel año, cuatro días después de haber cumplido ochenta y cuatro años de edad. Su muerte es el dolor más grande que me ha tocado vivir a lo largo de mi existencia.
A través de las redes sociales me enteré de la muerte de mi amigo Terry King. Falleció en Inglaterra en diciembre del 2018. En la década noventa trabajamos juntos en el Southbank International School de Londres. Fue un hombre bueno que me ayudó desde el primer día en que lo conocí. Hacía mis llamadas telefónicas a la oficina de inmigraciones, me enseñaba el inglés, traducía mis poemas, y gustábamos charlar sobre el amor. Él me animó he hizo de Cupido para cortejar a una profesora nueva que por entonces llegó a trabajar al colegio. Aquella maestra es mi esposa, y su nombre también es Terry.
El año 2020 nos trajo una pandemia universal. El coronavirus. La muerte asoló el planeta. Millones de personas fallecieron. Los decesos no fueron cifras estadísticas abstractas o ajenas a nosotros. Fueron realidades que golpearon a cada familia, a cada barrio, a cada pueblo. La pandemia nos puso en contacto con la muerte, nos obligó a mirarle la cara y a sentir el frío metálico de su guadaña.
Julio César Alvarado Chávez y Eduardo aparecen de pie a ambos lados del profesor Juan Gómez Enriquez. Ciudad de Tacna, 1978 |
En enero de 1978 un buen grupo de compañeros de estudios del colegio San Pedro fuimos de excursión a la ciudad de Arica, contratamos un microbús destartalado, y emprendimos camino al sur deteniéndonos en cada ciudad a nuestro paso. Una noche, durante el trayecto, a la altura de Nasca el chofer se quedó dormido y estuvimos a punto de volcarnos en una quebrada. La mayoría íbamos durmiendo y, al día siguiente, nos enteramos que sólo de milagro seguíamos con vida.
Por unas horas Julio César Alvarado Chávez cambió de asiento en el vehículo y se sentó a mi lado. Teníamos diecisiete años de edad. Conversamos sobre el accidente y la muerte. Hoy, mientras culmino este relato me doy cuenta que mi sentir sobre el fin de la vida no ha cambiado mucho de lo conversado con mi brigadier aquella mañana de enero de 1978.
New Hampshire, USA
Julio, 2023
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La vida es solo un viaje pasajero, nuestros amigos nos adelanten el viaje, pero no se han ido del todo, como dice esa hermosa canción.
ResponderBorrarfuertes abrazos a la distancia mi estimado amigo Eduardo
ResponderBorrarBien Eduardo.interesante.sigue adelante
ResponderBorrarExcelente me involucre en el relato saludos mi estimado Eduardo felicitaciones bendiciones mil 🤗🙌
ResponderBorrarExcelente relato Eduardo , felicitaciones y un abrazo a la distancia .
ResponderBorrarEduardo muchos abrazos a la distancia. Pero déjame admirar tu gran capacidad de memoria y en un Zas nos llevas a nuestro Chimbote de antaño. Felicitaciones por tus grandes escritos.!!!
ResponderBorrarHermoso relato, mi estimado amigo Eduardo, saludos desde Nuevo Chimbote, que Dios te siga bendiciendo y conservando con salud, éxitos en tus escritos, la muerte de mis queridos padres, y la de mi querida hermana, marcaron mi vida, se que alguna vez, los volveré a ver 🙏🙏🙏
ResponderBorrarEstimado Eduardo, no sabes como me encanta y fascina leer tus relatos, te soy sincera como que no me gusta leer mucho pero cuando me pongo a leer tus relatos, me pongo muy cómoda en silencio que nadie me distraiga la lectura emprendida.
ResponderBorrarTe cuento que es como si voy a leer un cuento !!!
Me encanta terminarla sin interrupción y me adentro en la lectura con mucha atención incluida risas,y asombros y tristeza al fin al cabo me quedo contenta de la forma peculiar que tienes para narrar como una película tus relatos.
Importante todo lo que escribiste y siempre digo que la vida es como un caballo salvaje que hay que domarlo y seguir adelante aún a pesar de las circunstancias.
Amigo Demasiado Adioses me gustó muchísimo por la cruda y triste realidad.
Un bendecido amanecer junto a tus seres amados.
Don José Atalaya era mi amigo, trabajé con el en SIDERPERÚ hasta que nos despidieron para vender la empresa industrial en el gobierno de A. Fujimori. Recién me entero por tu comentario que ha fallecido. Ya nos vamos despidiendo.
ResponderBorrarAsí es amigo la muerte va a llegar tarde o temprano pero siempre nos dolerá ver partir a familiares y amigos queridos. un abrazo fraterno saludos a tu esposa Terry y a tu hijita Elsita . Siento mucho tus perdidas.
ResponderBorrarExcelente muchos éxitos saludos
ResponderBorrarMe encantan tus relatos Eduardo
Saludos. Y un fuerte. Abrazo mi Eduardito
ResponderBorrarExcelente Relato exitos. Pa delante
Saludos Eduardo, Promoción 1972 de la Escuela 89007 de Chimbote, felicitaciones por su relato, éxitos para Confesiones a un Árbol. Comunicamos a nuestros compañeros de estudios que el 19 de abril del año en curso falleció nuestro promo Dionisio Ledesma Cerna. Hasta donde tenemos conocimiento estos son los compañeros que de promoción que ya nos han adelantado al encuentro con Dios:
ResponderBorrarCruz Reyes, Aureliano Reynaldo
Del Río Vásquez, César Segundo
Ledezma Cerna, Ignacio Dionicio
Lucero Bueno, Germán Domingo
Castillo Pajuelo, María Teonila
Gonzáles Araujo, Rita Fotunata.
Mis condolencias a toda la Promo '72. Yo me enteré del fallecimiento de Ignacio Ledezma hace unos días a través de uno de los familiares. Este enlace: https://confesionesaunarbol.blogspot.com/2023/07/demasiados-adioses.html
Borrarcorresponde a mi relato "DE VUELTA AL AULA DE 1972".
Asi es mi estimado cuantos familiares, amigos y conocidos nos han dejado, ud casi nos deja en mi tierra Nasca en ese accidente😀 pero solo Dios sabe cuando nos va a llevar solo estar preparado, dicho sea de paso la pandemia se llevo a muchos seres queridos, asi es la vida mi estimado muy interesante y triste su relato, espero que no hayan muchos adioces, un saludo y un abrazo, espero el proximo relato, hasta luego👍🖐🙏
ResponderBorrarLa vida siempre nos da penas , y tenemos que aferrarnos a Dios para buscar consuelo y fortaleza .
ResponderBorrarA pesar de todo leerte siempre es interesante y emotivo .
Un gran abrazo . 🤗🙂
Me gusta tu artículo Eduardo, porque a nuestra edad es un tema cotidiano, aunque nos hacemos los locos inconscientemente como si para nuestra partida faltara 100 años. No sé si a otros, pero a mí me pasa eso. Hoy por hoy ya no son solamente las invitaciones recurrentes a un cumpleaños, a un aniversario o si alguien se casa. Hoy también tenemos que asistir a la partida para siempre de un ser querido. Es ahí donde me doy cuenta que a tu pluma creativa no se le escapa nada, con el plus de que te atreves a decirlo y a la vez nos provocas a aceptar la realidad. Bueno, así es como lo veo.
ResponderBorrarComo dijo Raphael. Digan lo que digan, los demás. Yo espero vivir 100 años más, jijijiji…
Qué hermoso relato. Ya lo habia leido en una oportunidad pero no me impresionó tanto como hoy. Ahi mencionas el fallecimiento de mi difunto tio GRIMALDO CUEVA, también era una niña en esa epoca , sentí nostalgia al recordarlo porque él era muy bueno conmigo y también de ABEL SERRANO que su esposa es mi tia.Mi querido amigo Chatito, no me cansaré de repetir que tenes una impresionante memoria.Quiero felicitarte una vez más por tus relatos.y este de los adioses deja mucha tristeza pero es parte de la vida.
ResponderBorrarLos que aún Dios no tiene en vida solamente nos toca ser agradecidos y disfrutar de nuestros seres amados con mucho amor y vivir en paz, rogando siempre al omnipotente por salud y paz en el mundo. Abrazos amiguito y bendiciones en tu hogar.🙏
GRACIAS X LOS RELATOS DE CONFESIONES A UN ARBOL EDUARDO,, TODOS TAN INTERESANTES,, TU SABES QUE MI MAMA FALLECIO CUANDO TODAVIA ESTABAS EN EL PERU PERO YA ESTABAS EN INGLATERRA CUANDO FALLECIO MI PAPA,, YO A VECES ME DECIA CUANDO EDUARDO VA A ESCRIBIR SOBRE ESTE TEMA Y YA ESTA,,, PERO TE FALTA ESCRIBIR SOBRE TU MALETIN DE EJECUTIVO LLENO DE CASETES DE MUSICA JEJE,, CUIDATE EDDY MUCHAS BENDICIONES
ResponderBorrarExcelente relato Eduardo, donde mencionas a personas y hechos que yo tambien he conocido, y sus fallecimientos me dieron mucha pena. Me encantan los relatos de Confesiones a un Árbol. Felicitaciones, te esperamos por Chimbote.
ResponderBorrarExcelente relato Eduardo
ResponderBorrarMuchas felicitaciones me encantan todo lo q relatas muy interesante tu lenguaje tu forma de expresarte y de continuar con tu creatividad literaria Un abrazo grande Chatito yo vivo en Argentina casi como 30 años quis era q en alguna de tus relatos confesiones de un Arbol menciones a mi padte Sergio Aguilar Moya
Muy interesantes tus relatos Eduardo quiero felicitarte y enviarte un gran abrazo con mucho afecto
ResponderBorrarGracias por el reconocimiento postumo a quien fue una persona especial por su nobleza. Julio César Alvarado Chávez.
ResponderBorrarHola Eduardo,como estas te mando saludos y un abrazo a la distancia,te dire que el profesor luis mesa,mas conocido como chino mesa,fallecio,en julio 2023.
ResponderBorrarMuchas gracias Jorge, sí me enteré por las redes sociales. Una pena. Un abrazo mi buen amigo, que todo vaya bien.
BorrarQue recuerdos amigo y como lo plasmas con una sencillez sobre la muerte ,saludos y abrazos.
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