LAS REVISTAS DE HISTORIETAS Y LAS FOTONOVELAS
Cuenta Lyman Frank Baum en mi libro infantil favorito, El Maravilloso Mago de Oz, que en Kansas, USA una niña llamada Dorothy es arrastrada por un tornado y aterriza en un mundo imaginario habitado por brujas buenas y malas, un espantapájaro que habla, un león cobarde, un hombre de hojalata, y otros personajes fantásticos.
En Chimbote, Perú a mediados de los años ‘60, cuando yo aún no sabía leer ni escribir, un tornado igualmente fantástico me levantó en vilo y me llevó a un mundo mágico donde viví abstraído por varios años. Este tornado fue el mundo de las revistas de historietas (chistes o comics) y las fotonovelas.
Yo debo haber tenido unos cinco años de edad. Mi padre era dueño de una tienda de abarrotes en la esquina de la avenida Aviación y el jirón Unión del barrio San Isidro, y en este negocio tenía una sección de comics y fotonovelas para alquiler (los vecinos las llevaban a sus casas y las regresaban dentro de las 24 horas a cambio de un precio módico).
Hoy en día este tipo de negocio resultaría impensable, pero crecí en un mundo diferente. Baste decir que la televisión en blanco y negro llegó a mi hogar en mayo de 1980... ¡cuando tenía 19 años de edad! No es una casualidad, pues, que muchos niños sin televisión de mi generación debimos refugiarnos en la lectura.
Antes de saber leer y escribir consagré horas y días enteros a descifrar historietas a través de sus dibujos. Tal fue mi familiaridad con el mundo de los comics, que devine en “asesor de compras” de mi padre.
Me explico: cada cierto tiempo llegaba a la casa un distribuidor de comics y fotonovelas. Mi padre me llamaba para determinar los ejemplares que debería comprar. Y yo, sin saber leer ni escribir, determinaba con mi dedo “ésta sí” o “ésta no”.
Unos añitos después los comics de la casa me quedaron “chico”, y visité los kioskos vecinos dedicados a este negocio. Frecuenté “El Kiosco de Pacherres” ubicado frente al viejo cine San Isidro en la avenida Aviación, y también un puesto en los alrededores del mercado 21 de Abril con vistas al jirón Balta.
Leí todo género de comics, incluso los llamados culturales como Vidas Ejemplares, Vidas Ilustres, y Joyas de la Mitología Universal. Leía estos últimos no por la pretensión de ser un “buen chico” si no porque fui un lector compulsivo que devoraba kioskos enteros de punta a punta.
Kalimán, el hombre increíble, fue mi comic favorito. Mi héroe luchaba contra las fuerzas del mal usando la defensa personal, dardos somníferos, hipnosis, y una daga. Lo acompañaba el niño Solín y su filosofía se resumía en una frase: El que domina la mente, lo domina todo.
Después de Kalimán me gustaron las publicaciones de José G. Cruz: Santo el enmascarado de plata, Juan sin Miedo, El Valiente, y La Tigresa. Por alguna razón preferí a Blue Demon sobre Santo, y a Batman por encima de Supermán.
Pasado un tiempo los kioskos vecinos también resultaron insuficientes, y empecé mis andanzas por las “ligas mayores”. Entonces yo lustraba zapatos en las calles de Chimbote, y así recalé en los famosos puestos de alquiler de revistas del mercado Modelo, en el corazón mismo de Chimbote, apostados sobre la cuadra séptima del jirón Espinar.
Se trataban de unas covachas de tela, donde las revistas eran colgadas en cuerdas horizontales y sostenidas por ganchos de ropa. En un silencio sepulcral los viciosos irredentos disfrutábamos la lectura. Entonces yo tenía menos de once años de edad.
Otros de mis comics favoritos fueron: Memín, La Pequeña Lulú, Lorenzo y Pepita, Sal y Pimienta, Porky y sus Amigos, La Zorra y el Cuervo, El Pájaro Loco, Capulina, El Super Ratón, y las producciones de Disney.
Adoraba también a los vaqueros de Far West, Red Ryder, El Llanero Solitario, Roy Rogers, Gene Autry, y Hopalon Cassidy. Igualmente las aventuras de Tarzán, Mizomba el intocable, Turok el guerrero de piedra, Tawa el hombre gacela, Tomajauk, y Mawa de la Jungla.
Por las noches mi mamá me encargaba un pequeño negocio de dulces que yo vendía en la puerta del cine Olaya. Aquí conocí a “Regalo”, un joven que expendía comics, fotonovelas y literatura pulp en la vereda del cine. Era mi mejor cliente de dulces y me dejaba leer sus revistas en forma gratuita. Para entonces ya había dejado a Kalimán y a mis otros héroes, y prefería comics de terror como El Monje Loco y Dr. Mortis, y románticos como Achi, y Susy Secretos del Corazón.
A este punto yo despertaba a la adolescencia y me arrullé en el regazo agridulce de las fotonovelas. Una sucesión infinita de historias de amor pasaron por mis manos. La fotonovelas españolas Corín Tellado y Selene fueron mis favoritas, y también las mexicanas Cita y Chicas. Admiré a los galanes Junior, Fernando Larrañaga, Ernesto Alonso y Fernando Allende, y a la belleza de Rocío Durcal, Irlanda Mora y sobre todo a Angélica María, quien fue la primera musa de mi adolescencia.
Poco tiempo después las fotonovelas también quedaron atrás. Al cerrar la última de sus páginas, un mundo de pompas de jabón empezaría a desvanecerse. Más allá de la fantasía me esperaban las chicas de carne y hueso... el mundo de la realidad.
Y ese fue el comienzo de otro capítulo.
New Hampshire, USA
Febrero, 2012
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Eduardo que linda historia. Me llevastes muchos años atrás con todo esto de los comics y la Novelas de Corin Tellado, el pájaro Loco (unos de mis favoritos hasta la actualidad), la Pequeña Lulu, Superman. Yo también soy una lectora compulsiva y en mi lectura te incluyo a ti, mi escritor favorito. Ahora solo espero la próxima publicación. Gracias!
ResponderBorrarIsbel
Gracias Isbel, mis mejores deseos porque todo vaya bien en el nuevo trabajo. Cariños para la familia!!
BorrarEduardo
Luis Flores Morillas
ResponderBorrarMis respetos Maestro...con su artículo me sentí conducido al túnel del tiempo de nuestras historias favoritas. Dios le bendiga y siga escribiendo para beneplácito de sus amigos. Falto las historias de Hermelinda Linda y el brujo Aniceto.
Lucho
Luchito, de chico también leíamos a doña Hermelinda Linda (y su hermana "Mamachona" ¿recuerdas?) y, desde luego, también a don Aniceto Verduzco y Plantanares (Burrerías), a pesar de que, como también debes recordar, la revista de doña Hermelinda, tenía debajo del logo esta advertencia: "Revista para Adultos".
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Exelente artículo Eduardo Quevedo-Serrano al igual que a Dorothy nos arrastras por un tornado y aterrizamos en un mundo imaginario, el Chimbote del cine San Isidro, del Kiosco de Pacherres, las revistas, fotonovelas y los comics de aquiler, gracias por deleitarnos a tus lectores con tan maravillosa creacion literaria.
ResponderBorrarJuan.
Hola Juancito, gracias por leernos y por escribir. Hemos sido vecinos de la Avenida Aviación y debemos tener muchos recuerdos comunes, salvando la diferencia de edad claro está. (Aclarando también que tu eres más joven...jajajaj... eso es importante ¿no?)
BorrarUnabrazo,
Eduardo
Estimado Ed. Grandiosa remembranza de nuestras lecturas primeras que nos atraparon, por las imágenes y por la fácil comprensión, quizás también porque nos permitía viajar, a nuestro libre albedrío sobre el eventual guión del ocasional autor, concuerdo contigo en la mayoría de "héroes" infantiles, aunque personalmente me inclinaba por el gran Fantomas, con esa singular máscara que escondía su personalidad. En lo que concierne a Corin Tellado, ella ha vendido mas de 400 millones de ejemplares, curiosamente la dama asturiana vivió un desamor importante, que era contradictorio con el buen final de sus novelas.
ResponderBorrarYo también recalé en la séptima cuadra de Espinar, pero era buscando "Arriba Alianza", "Dale Ú" u "Ovación", revistas deportivas con los que deleitaba mi infantil afición, allí compartí bancas con gente de toda relea, pero que nos unía el sano vicio de la lectura; mi gratitud Ed, porque con tus artículos el tiempo no solo se detiene, sino que regresa a los albores de nuestra vida, entonces comprendemos con humildad, que ha valido la pena vivir en este mundo actual.
Un gran abrazo y nuevamente felicitaciones.
Rolando, a este punto de la vida ya sabemos que nuestras sombras han vivido cruzándose a cada instante en los vericuetos de Chimbote. Y si nuestros pasos no se intersecaron fue sólo por esos caprichos que la vida suele tener.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo:
ResponderBorrarSin lugar a dudas quienes crecimos en esta etapa, teníamos de todo para aprender, un claro ejemplo está en la forma cómo pudiste descifrar y clasificar las historietas, los comic, las historias de amor y hasta los héroes, en tanto leía tu artículo me trasladaba hasta esos años de mi infancia en la esquina del cine Pacífico, la Bandida, y al frente del cine lugares donde se alquilaban las revistas y en la Bandida desde luego su refresco, sino, su mazamorra o su huesio, maravillosos recuerdos.
Una abrazo, amigo.
Bernardo
Bernardo, cómo no recordar el refresco de piña de La Bandida. Esa esquina fue fundamental en las correrías de nuestra niñez porque ahí teníamos a los Cines Pacífico y Olaya, luego a unos pasitos el Mercado Modelo, y también podíamos curiosear mirando los animales del Camal Viejo, y... Dios!!... tantas otras cosas!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo... mi grande y maravilloso amigo.... que bueno encontrate, y recorrer otra vez las calles del barrio, en nuestro querido Puerto... sentarnos juntos otra vez, en las carpetas comunes... (que me quedaban altas... y mi viejo tuvo que hacerme una personal... no quedaba otra...) Volver a embelesarme con todas las historias que leíamos y nuestra imaginacion las tornaba realidad en nuestros juegos infantiles... "...pum...muertooo" ... "noooo...herido...no mas" ... "noo... muerto" ... "nooo... si me diste en el brazo" ... indudablemente nos haces recordar... que lo mejor para un niño en su formaciòn, es la lectura, la buena lectura y el ejercicio practico de ella,... gracias a Dios, que nuestros padres de alguna manera, nos hicieron leer, asi aseguraron nuestra libertad.
ResponderBorrarUn gran abrazo.
Jorge
Jorgito de mi corazón: Bienvenido a CONFESIONES A UN ÁRBOL!! Maravilloso tu comentario, te leía y tu carpeta vino a mi mente. Era 1967. Tu carpeta era la más chica del salón, tenía diseño unipersonal pero a la usanza antigua. Y te sentabas en primera fila, frente a tu vecina, nuestra profesora Evita Carbajal Mantilla de García. Algunas noches nos reuníamos en mi casa con Chaca, y cantabas con esa voz grave que tenías la canción de Raphael que decía así: "Gri, gris, mi amor es gris..."
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo:
ResponderBorrarCada día al leer tus artículos me sorprendes más y más, y te felicito por la capacidad tan grande que tienes como para recordar y guardar tantas revistas que en nuestra niñez leíamos com mucha emoción. Cómo no recordar a La Pequeña Lulú, a Santos el enmascarado de plata, a Memín, Corín Tellado, Selene, Archi, Superman y muchos más.
Cómo no recordar que esas revistas se alquilaban, asi como tu dices, colgadas en una pita. Qué recuedos tan bellos Eduardo!!! Te felicito nuevamente porque gracias a tu pasión por la lectura hoy te conviertes en un gran escritor para alegría de muchos chimbotanos que siguen y que seguirán con agrado y admiración tus articulos.
Ana
Anita, gracias por tus lindas palabras!! Tu te debes acordar que en la Av. Aviación (para la parte del Barrio San Francisco de Asís), casi frente a la casa de Edith, había una casa de adobes de la familia Mateus (la mamá se llamaba Martha) donde también se alquilaban revistas. Y bueno, si te acuerdas de esta familia, también te debes acordar que ahí había una chica de nuestra edad que era bastante guapa. Tu sabes, son tantos años que ya no me puedo acordar si yo iba ahí por las revistas...o por la chica... Jajaja...!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Mis respetos Maestro, esa crónica me condujo por caminos que recorrí en mis mejores años..."los de mi infancia". Gracias Maestro por recordármelos, cualquier día me doy un salto a Chimbote, debo visitar a Fray Héctor Herrera en la Parroquia "San Pedro" y sin pensarlo visitar a tan digno amigo que espero me permita fotocopiar algunas de nuestras historietas favoritas.
ResponderBorrarLucho
ES INCREIBLE LOS BUENOS RECUERDOS QUE NOS BRINDAS AMIGO CHATO, COMO NO RECORDAR SI MIS PADRES ERAN CLIENTES FIJOS POR UN BUEN TIEMPO DE TUS REVISTAS HASTA QUE UNA VECINA PUSO SU PROPIO NEGOCIO DE REVISTAS. FELICITACIONES POR TAN GRATO Y BUEN ARTICULO .
ResponderBorrarTU PATA NOEL.
Hey Chaca, no sé si has notado que nuestro amigo de la primaria Jorge (1967) nos ha dejado un comentario por acá hace unos momentos. Ja!! es increible cómo pasan los años, pero también cómo perdura la amistad. Éramos un buen trío, ¿Recuerdas?
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo, gracias por tus narraciones que siempre las tomo como mías ya que fui un vicioso de la lectura y me gané varias tundas por eso. Cuando empezaba una de puras letras me demoraba 130 minutos para acabarla y en la casa me esperaba mis hermanos con la supuesta compra del desayuno... ufff recuerdos que no volverán por que hoy tenemos computadoras. Bueno, otra vez, excelentes tus relatos como siempre. Felicitaciones y esperaré tu siguiente artículo!! SUERTE y CUIDATE!!
ResponderBorrarVICTOR
Hey Víctor, gracias por escribirnos. Los libritos de bolsillo (de letras) eran excelentes. A mi me gustaban las que tenían historias del oeste (vaqueros). Un abrazo hermano!!
BorrarEduardo
ME ENCANTO, ME HIZO RECORDAR AÑOS DE MI NIÑEZ Y JUVENTUD, DE ESO SE TRATA VERDAD? HAY COSAS VIVIDAS EN CIERTOS ETAPAS DE NUESTRAS VIDAS QUE QUEDAN EN LA MEMORIA Y JUSTO AHI ESTA EL DETALLE CUANDO LEIA ESTE TIPO DE REVISTAS, MORIA POR LEER UNA NOVELA Y ALGUNAS DE COMIC......TE FELICITO EDUARDO, QUE SIGAN LOS EXITOS!
ResponderBorrarGLADYS
Hola Gladys, bienvenida a CONFESIONES A UN ÁRBOL. Lindos recuerdos, me imagino que tu tenías tus propios lugares donde adquirías o alquilabas tus revistas ¿tal vez en algún lugar por la Iglesia Virgen de la Puerta?
BorrarEduardo
Me ha llenado de añoranza y recuerdos este artículo donde con tanta precisión mencionas muchas de las revistas y novelas que yo también formé parte en su lectura de casi la mayoría... Yo también era aun una niña y me gustaba leer a mi Pequeña Lulú, Capulina, Archi y Susy como las de mayor preferencia... GRACIAS POR REMONTARNOS AL PASADO, un pasado lleno de curiosidades e ilusiones.
ResponderBorrarSuerte Hermano y sigue para adelante!!
Mary
Jajaja... Mary, claro que todos nosotros hemos leido estas cosas desde chiquitines, si la tentación (las revistas) estaban ahí al alcance de la mano en la la tienda de nuestro padre.
BorrarTe quiere,
Eduardo
Eduardo, mi reconocimiento a tu pluma llena de evocaciones, telúrica, ágil y amena. Me has llevado hasta mi niñez en la que compartí momentos felices como los descritos y que perdurarán por siempre en nuestra memoria. Gracias Eduardo, porque recordar es también volver a vivir pasajes inolvidables de nuestra propia historia. Víctor Unyén Velezmoro
ResponderBorrarGracias don Víctor, siempre un honor contar con su distinción. Un cordial saludo.
ResponderBorrarEduardo
Claro que leer en estos lugares muchas veces era prohibido por nuestros padres (más aún del mío que era maestro), sin embargo siempre nos las arreglábamos para leer algunas revistas; pero mi sueño era distinto, yo soñaba con tener un lugar propio de alquiler de revistas, comics,novelas y ganar unos soles, cosa que ocurrió cuando ya tuve 11 años y me emocionaba cuando ingresaban los primeras monedas producto del alquiler. Creo en honor a la verdad que los que vivimos esa experiencia de la lectura de comics, revistas y novelas gozamos de una mayor capacidad de imaginación de los que sólo ven películas por tv o el cine.
ResponderBorrarGracias eduardo por habernos transportado a esas épocas con tus cuentos cual máquina del tiempo de George Orwell pero con rumbo al pasado. Un abrazo
Gracias Alberto, bienvenido a CONFESIONES A UN ÁRBOL. De ser posible, a ver si en una próxima nos concedes el honor de conocer tu apellido. Me quedo con las ganas de conocer detalles sobre tu experiencia a los 11 años (el primer sencilló que te llegó producto de los alquileres) Te dejo mi correo en caso tengas a bien comunicarte: edquevedo@yahoo.com
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo,
ResponderBorrarMientras recorría tus líneas no he mirado el espejo de mi salón de peluquería, pero sé que al leerte y al mirar tus ilustraciones tengo el mismo brillo en los ojos que cuando era niño y llegaban a mi manos una de estas revistas (sin dejar de mencionar que tu visitaste las ligas mayores y yo fui solo amateur). Igualmente pienso que ese mismo brillo te acompañó cuando escribiste tu articulo, posiblemente más que en tus anteriores escritos (incluyendo MI AMIGO MARCO), y eso sería comprensible porque yo, o cualquier otro amigo o ser humano te podemos fallar, pero tus héroes de tu infancia y adolescencia nunca te fallarán).
Me hiciste recordar revistas que ya ni me acordaba. Y me da gusto saber que el inicio de ese otro capitulo (... el de carne y hueso), lo empezamos juntos!!!
Tu amigo Marco
Marquito de mi corazón, dices bien en tus últimas líneas. El capítulo nuevo que inicié después de las revistas y fotonovelas coincide con el momento cuando nos conocimos allá por los inicios de los años '70s. Y ese fue otro capítulo, conforme lo narramos en el artículo MI AMIGO MARCO.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo:
ResponderBorrarLa frescura de tu prosa es el habitat de tus relatos, la naturalidad de los mensajes hacen que discurra la palabra acompañada de todos sus significados y significantes, una sola referencia acorta distancias y alarga sentimientos en el tiempo, reune a los amigos y el reloj marca las horas idas que retornan presurosas con sus actores para transitar de nuevo por las revistas, sus escondites o sus escaparates están ahi, alborotadas por el viento o con las puntas semidobladas de tanto ser ojeadas por sus usuarios empedernidos.
Un nuevo viaje con tu sui generis pluma y un nuevo peldaño para concretar un libro. Saludos y enhorabuena.
Víctor
Apreciado Víctor, recibir tus líneas es siempre motivo de placer y fraternidad. Con mi gratitud te hago llegar mi admiración de siempre.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Mi querido Eduardo:
ResponderBorrarExcelente visión de lo que fue nuestra niñez, porque era nuestra única diversión y se hacía más interesante -e indispensable- porque teníamos que hacerlo a escondidas de nuestro padre. Nunca supe que en tu casa alquilaban estas revistas, lo que sí recuerdo es que, por años, tu padre tenía depósito de cerveza y gaseosas. Recuerdo mucho a mi padre cuando me pedía que fuera a comprar cerveza y gaseosa para la tienda que teníamos en casa: "hijo ve al compañero Quevedo a traer el pedido". Otra cosa Eduardo, te faltó mencionar al popular Gitano, quien tenía su puesto de revistas frente al cine Pacífico. Ahora lo hace en la sétima cuadra de jirón Olaya.
Saludos
Papi
Hey Papi, gracias por tu lectura y por escribirnos. Gracias también por tus entrañables referencias a nuestro barrio y a nuestros padres. Y gracias también por las precisiones que haces en cuanto al buen Gitano.
BorrarUn abrazo hermano,
Eduardo
Eduardo: Has hecho que en tres minutos haga un viaje relámpago por el tiempo con esta historia. He recordado todos los nombres e imágenes fluidas de sus protagonistas en las historietas como "La Pequeña Lulú", "Archi", "Lorenzo y Pepita" mis preferidas en mi forma infantil, luego de adolescente cómo "devoraba" la literatura de las mismas pero en especial con la revista "Susy" y todas las telenovelas que mencionas...Cuántos recuerdos traje de pronto a mi cabeza, pero mas a mi corazón...y es que creo que YO te ganaba a Ti en la lectura, ese era mi secreto, nadie se daba cuenta como leía con avidez a escondidas de todos Uds. en especial de mi papá, lo camuflaba entre mi ropa para llevar a mi escuela primaria donde llegaba primera al aula para leerlo a escondidas, asi como lo hacía en el baño de la casa en las noches con vela, no teníamos fluido eléctrico; las leia en mi escuelita de primaria Nº 3107 porque alquilaba de frente de la misma y hasta me hacía "la vaca" para irme a leer allí, osea frente al actual colegio "De Toledo" (por su construcción siendo presidente de la República), allí me ocultaba la dueña del puesto quien me recluia en su sala y la Directora una vez me descubrió, casi me expulsan... lloré, le imploré que no se lo diga a mi padre... creo que me perdonó la Directora Ubínica Quiñonez pues no recuerdo que mi padre fue al colegio, ni que me castigó, ni que me expulsaron.
ResponderBorrarBuen tema hermano, me gustó bastante.
Nena
Hola Nena, yo creo que en la casa siempre supimos de tu pasión por las revistas y fotonovelas. Y no tengo dudas de que eras una consumada lectora. Recuerdo que cada año de tu primaria en la Escuela Nº 3107 disputabas el primer puesto con la chica Castillo, e invariblemente terminabas el año escolar con la Diploma de Honor en tus manos.
BorrarCariños,
Eduardo
Hola Eduardo, seguramente también visitaste los puestos de revistas del mercado Miramar, donde practicábamos lectura rápida pues como no alcanzaba el dinero para pagar la tarifa completa nos lo alquilaban a menor precio pero para leerlo rápido y parados... un método no patentado.
ResponderBorrarJajajaja...!! No, yo no las alquilaba allí. A la salida del Colegio San Pedro y camino a casa, yo cortaba camino a través del mercado Miramar y veía a mis "colegas" ahí, disfrutando los comics.
BorrarUn abrazo, Eduardo
Hola Eduardo, esta lectura está preciosa me hizo recordar mi infancia, qué recuerdos qué añoranzas de esa época. Un abrazo!
ResponderBorrarZoila
Hola Zoilita, gracias por tu lectura y por escribirnos. Saludos para la familia.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Cada vez me sorprendes mas Eduardo la manera que tienes de transportarnos en el tiempo, con tus recuerdos que son los de muchos Chimbotanos, mi madre me compraba mis historietas de vidas ilustres y vidas ejemplares que eran mis favoritas y las fotonovelas de Corin Tellado, que nos hacian soñar despiertas, y las de Susy, Archi, pequeña Lulu y tantas otras que fueron parte de nuestra niñez, Dios te bendiga por esa alegria que nos regalas con tu pluma, saludos y un abrazo a la distancia, cariños a tu esposa y tu hijita.
ResponderBorrarALICIA CASTILLO DE SIRVAS
Gracias Alicia por tu lectura. De entre la gente del barrio que llegaban a la tienda de mi papá para alquilar fotonovelas, recuerdo a Agedita y Harold (cuando eran enamorados), tu también los debes recordar!!
BorrarSaludos,
Eduardo
Bonita historia, relato, documental,,,que has escrito,,,,como te dije antes, hay revistas que no podia ver, pero otras si como las de Tribilin, el Pato Donald, Archie, Susy, y habian otras mas educativas que se llamaban Billiken y Anteojitos, eran argentinas si mas no recuerdo, ahi aprendi a dibujar,,,luego vinieron las de moda como Vanidades, Buenhogar, y las novelas de Corín Tellado,,, que lo leia a escondidas,,jajaaaa,,,,y tu has sido un tiburón alimentándote con tanta lectura de todos los géneros y épocas,,,,que buen comienzo,,,,estoy viendo sus frutos. FELICITACIONES, SIGUE DELEITANDONOS CON TUS RELATOS.
ResponderBorrarNena
Jajaja... Nena, ya te imagino escondiendo las revistas de la vista de Don Carlos y Doña Paulina, ellos eran estrictos. Pero tu sabes, cuando uno es muchacho, uno siempre se las ingenia. En mi caso, yo si las tenía a mi disposición.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
En realidad Eduardito leer todos tus escritos desde la primera vez a sido para mi regresar a mi niñez en mi Chimbote, desde el Rincón de los Recuerdos y ahora con Confesiones a un Árbol, como no recordar las diversas historietas muchas de ellas en capítulos y esperando el dia Lunes para correr a sentarme en las bancas del puesto del Mercado de Alfonso Ugarte, si no me equivoco eran leer tres revistas por 50 centavos, mis favoritas: Tawa, el Valiente, Juan sin Miedo, el Santo, el Monje Loco y otros. Hace 4 años estuve en Chimbote despues de 20 años de ausencia y fui a buscar el puesto de revistas que se encontraba cerca a la puerta de salida que daba a Saenz Peña donde pasé muchas horas, ya no existen ambos. Ahora me alisto a leer El Nuevo Milenio ya en Lima y siempre con mi recuerdo de dicha espera.
ResponderBorrarMuchas gracias por tus palabras de solidaridad y con mucha fé de superar esta prueba.
Un abrazo querido paisano lo mismo a la familia.
José Luis
Posdata: Me parece que fue cumpleaños de Dorothy, un doble abrazo por tu intermedio.
Pepucho, deseando siempre que las cosas en casa vayan bien, y muchas gracias por los saludos para Dorothy!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Hola Eduardo, estas revistas me hacen recordar que en las salidas de los cines en el suelo ponían dichas revistas y tambien habìan centros que alquilaban y eran muy concurridos, tenìa un tio politico que se llamaba Nino Gonzales, era pescador y compraba las revistas en cantidad y una vez leidas me daba para venderlas a 1 sol en los cines, tambien existìan libritos de Cowboy, FBI y de amor, eran de bolsillo, tambien eran bien leidos.
ResponderBorrarCon tus comentarios he revivido a mi niñez con las revistas en la manos en la puerta del cine Bahia, a veces el cine Chimbote, esto lo hacìa como un acto de niñez, esperemos que sigamos en este perfil de recuerdos.
Pedro Haro Diaz
Hola Pedro, bienvenido a CONFESIONES A UN ÁRBOL. Hemos disfrutado de tus recuerdos anteriormente a través del Rincón de los Recuerdos (Blog del José Gálvez FBC) y contigo siempre llegan ese cúmulo de detalles sabrosos e interesantes a los que nos tienes acostumbrados.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Es lindo volver a recordar, aquellas revistas que nos llevaron a imaginar tantas cosas bonitas. Con este relato, estimado Eduardo, me haz hecho recordar cuando mi padre nos compraba revistas de Tio Rico, El conejo bugs, ratón Micky, Lulú (me gusta mucho), Periquita y Tom Jerry y las disfrutábamos mucho. Lindos recuerdos, Eduardo. Gracias por hacernos recordar esta bella época de nuestra niñez.
ResponderBorrarUn abrazo.
Katty
Hola Katty, gracias a tí por tu lectura y por escribirnos. Saludos a tu padre y a todos los tuyos.
BorrarUnabrazo,
Eduardo
Eduardo, me has hecho retroceder en el tiempo, cuando estés por Chimbote conversaremos detalladamente tantas cosas que pasamos en nuestra niñez y juventud. Un fuerte abrazo.
ResponderBorrarPepe
Hola Pepe, bienvenido a CONFESIONES A UN ÁRBOL. Te paso una llamada cuando esté en Chimbote. Así nos vamos a visitar otra vez (después de 40 años) a las chicas que vivían en la esquinita del 12 de Octubre... Jajajaja...!!
BorrarChato
Chato:
ResponderBorrarEsas eran las hijas de Riquito (cuando lo ayudábamos a vender en el estadio con el Cheva, ¿te recuerdas?
Pepe
Pepe, claro que si me acuerdo!!!!... sólo que yo no quería decirlo en público...Jajajaja!!! (Guapas las chicas!!)
BorrarChato
Amigo.
ResponderBorrarEduardo,esta cronica me condujo por caminos,recorridos en mi niñez
gratos recuerdos.
Un saludo.
Maria.
Gracias María! El tema de este artículo siempre nos traerá bellos recuerdos!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
"Una historia funciona cuando contiene bombas de tiempo dispuestas a estallar en la próxima página."
ResponderBorrarGracias por tan precioso tema, Dios ilumine tu camino y que sigan los éxitos......... es un clásico... no hay duda.
"HANS"
Hey Hans, muchas gracias. Esperemos que haya munición (... o inspiración) para sembrar las páginas con bombas de tiempo...!!
BorrarEduardo
Hoy encontre tu blog cuando buscaba una imagen de mi infancia y leyendo encuentro que en Colombia tambien vivimos experiencias similares con respecto a las lecturas que seguiamos y estoy segura que nuestras experiencias con la radio, los juegos. la tv deben ser parecidas. Yo añoro mucho las cuenterias donde nos alquilaban los comics.Leiamos los mismos cuentos.
ResponderBorrarMuy buen rato pase al devolverme en el tiempo y encontrarme con una niña a la que los cuentos le fascinaban.
gracias
Hola Motita, gracias por escribir. Me encanta saber que por un momento te reencontraste con la niña a quien facinaban los cuentos. Mantente en contacto seguido con ella!!
BorrarPrometo que visitaré tu página.
Eduardo
ResponderBorrar(Primera parte)…
Apreciado amigo, tu relato estremeció mi alma y también el espíritu, y no es posible dejar de comentar aunque sean poquitos recuerdos que espero sumen a tu noble causa:
… Estábamos en el punto final de la polvorienta calle Huallaga interceptada con la calle Pachitea, aún no maquilladas con el polvo asfaltico, en mi adorada Villa de Santa María de la Parrilla allá por los años 1967, tres años antes de la tragedia del 31 de Mayo del 70. Hasta aquel punto llegábamos como una parvada de traviesos niños de nueve a diez años aproximados, justo al tiempo exacto cuando el día empezaba sus amores con la noche, en aquellos crepúsculos de sangre que se reflejaban en el círculo solar recostándose en las frías aguas del mar del puerto de Santa.
Cerca a nuestros pies estaba la acequia de aguas para uso agrícola, la cual partía desde la poza de Amén en la primera huaca, lavando todas los pórticos de las casas de la calle Pachitea, así como sus polvorientas calles al son de latas de agua extraídas en las mañana tempranito y en las tardes antes que llegue la noche, continuando su raudo paso lleno de lifes, charcocas y camarones por la fila de ciruelos de don Brigido, don Chirigota y el temible don Evaristo, parado frente a su ramal con su vieja escopeta dispuesto a asustar al más fiero ladroncillo que pugnaba por comer una cuantas ciruelas verdes con sal, o en su plenitud las rojitas color amarillo melón, despidiéndose al final por unas vertientes que llegaban al cequión del Lavandero y desde allí al dren de San Bartolo y finalmente rumbo a la mar……
Luis Enrique Alegre Calderón
(Segunda parte)…
Allí seguíamos parados, mirando directamente a la puerta principal del Cementerio Municipal, justo en su parte media donde se erguía la enorme mole de madera y, en cuyo pie, según la tradición oral de los santeños viejos, dormía enterrada una mujer vampiro que fue traída desde la ciudad de Huacho.
Ahora, después de tantos años, cuando la inocencia se aburrió con nosotros y nos dejó para siempre, resulta extraño entender por qué realizábamos esa estampa costumbrista de pararnos a lo lejos frente al cementerio, más me atrevo a exponer nuestros motivos de fondo, con cargo a que no te rías por lo absurdo que parece ahora.
Y es que el quinto regimiento de la caballería, como lo veíamos en las películas del oeste y de John Wayne, se preparaba para lanzar su grito de guerra: Todos parados al filo de la acequia, con nuestras manos en la boca haciendo eco para que suene más fuerte, al unísono, una sola estrofa de tres palabras “Diablo, diablo, diablo”, y luego raudos cada uno corría sin parar hasta llegar a sus aposentos en la segunda manzana de la calle Huallaga. Es que los padres nos decían con mucha solemnidad y temor, que nunca debíamos pronunciar el nombre del diablo porque éste con toda seguridad se aparecería inmediatamente y nos llevaría consigo.
Ese temor caló hondo dentro de nosotros y lo procesábamos con nuestros incipientes gestos irreverentes de una adolescencia que estaba a punto de alumbrar. Por eso, en silencio en casa, orgullosos de nuestra valentía, decíamos para nosotros mismos que el diablo no se aparecía porque teníamos las pistolas de Rodolfo de Anda, el tejano que mató a La Llorona y a las Momias de Guanajuato con sus balas de plata, aunque de aquellas pistolas solo teníamos su armazón hecha de papel periódico con extraños nudos para que dispare y dure bien mientras jugábamos a las coboyadas por el pozo, o en la carreta vieja abandonada en la esquina de la familia Nonato y Gonzales, donde a hurtadillas le robaba el primer beso a la prima Consuelo, o si era necesario Santo El Enmascarado de Plata lo detendría con sus llaves del candado……
Luis Enrique Alegre Calderón
ResponderBorrar(Tercera parte)….
Ya pasados estos momentos de “valentía” nos apresurábamos con la cena, para de allí salir rápidos con dirección al cine, para llegar temprano y ver cómo nos metíamos sin honrar a la Caja y así deleitarnos con la valentía y puntería de Dyango, Ringo, en esas películas de ensueño “Una Biblia y una Colt”, “Por un Puñado de Dólares”, “Lo Bueno, lo Malo y lo Feo”, “Un Dólar Agujereado”, y una interminable lista que se exhibía en sendos afiches clavados con una etiqueta que decía: Lunes, martes, miércoles, jueves, viernes hasta el fin de semana que era el domingo, con sus tres turnos, matiné, vermut y noche.
Allí nuestra actitud no era irreverente, como cuando “desafiamos” al mismo diablo, sino al contrario, sumisa, jaloneando la compasión de la gorda “Bonga” que era la señorita encargada de la boletería, o de algún amigo de papá para que pague los tres reales que costaba el boleto, y como opción extra de naturaleza “laboral” buscábamos al “Callón” o al “Mojino”, quienes eran los dos encargados de manejar los proyectores del cine, explicándoles que habíamos sacado los carteles publicitarios (la tarea era sacarlos, traerlos y lavarlos) durante la semana con destino a las principales esquinas del parque y así, con esa zalamería de niños, lográbamos ingresar a la función cuando ya habían transcurrido media hora de proyección de la película. Pero, si no era posible, quedaba el consuelo de espectar la película a través de los huequitos de la puerta de acceso, aunque el precio era alto por lo tremendos varazos que nos propinaban en las posaderas los policías municipales y tan iguales codazos entre nosotros por ganar espacio.
Querido amigo, siento haberme explayado más allá de lo que demanda la cordura, pero me propuse asociar tus revistas con mis películas de niño, por lo que te pido perdón, aunque como confesión de parte te diré que poca afición tenía por dichas revistas, menos por la de letras nada más para las del genero de vaqueros e indios, pero si pasaba por los tenderos como tú dices, en la plaza de armas, donde alquilaban para lectura en sala (bancas de pajarobobo) o para domicilio… pero sabes una cosa Eduardo, te cuento la película de esta noche es buena y la última que llega de Clint Eastwood y el "Callón" me ha ofrecido un pase a cambio de llevar un papelito a la prima Leticia.
Tu amigo que te recuerda con alegría.
Luis Enrique Alegre Calderón
Querido Luchito, no sabes cuanto te agradezco que te hayas "explayado" (como dices), pues en el proceso no has brindado una memorable semblanza de tu niñez, de tu añorada Santa, y de las películas de tu tiempo.
ResponderBorrarSi el "Callón" y el "Mojino" todavía andan por este mundo, cuando tengas la oportunidad, salúdalos de mi parte. Y hago votos porque a la prima Leticia le haya ido bien en la vida.
Un abrazo grande para ti, entrañable amigo.
Eduardo
Gracias reciprocas amigo mío, de verdad que cada día es más apasionante descubrir porqué dialogas con tu árbol.
BorrarTu amigo leal,
Luis Enrique Alegre Calderón