A, B, C... LAS PRIMERAS LETRAS
Un día del verano de 1967, mi padre me señaló una carpeta de madera que había en la casa, y me dijo: “Siéntate, es tu turno”.
Unas semanas antes yo había cumplido seis años de edad, y al final de aquel verano iniciaría mis estudios primarios en la Escuela Nº 3151, más conocida como “La escuelita del señor González” (en referencia al director del plantel), ubicada en la cuadra catorce de la avenida Aviación del barrio San Isidro de Chimbote, Perú.
En aquellos tiempos se aprendía a leer y escribir en “Transición” (Primer Grado), pero una de las reglas de mi papá era enseñar a sus hijos a leer y escribir antes de enviarlos a Transición. En su debido momento, ya se habían sentado en la misma carpeta de madera mis cuatro hermanos mayores: Roger, Nelly, María y Fernando.
Y el verano de 1967 fue mi turno para aprender a leer y escribir.
El día de la primera lección, sobre la carpeta encontré la Cartilla (abecedario), el Silabario Fonético, y el libro Coquito. Mi padre fue mi primer maestro. El más brillante de todos. Hablaba con claridad, enseñaba con ejemplos didácticos, y sabía a donde apuntaba. Aquel verano él tenía 43 años de edad... y era ocho años más joven que yo ahora, cuando escribo estas líneas.
Las clases empezaron con la Cartilla: A de avión, B de buque, C de casa...
Cartilla, Silabario, Coquito, y Palmer |
Rápidamente pasamos al Silabario Fonético, un pequeño libro ilustrado de una página por cada letra. Debo mi apelativo de “Chato” a este Silabario. Ocurrió así: La página de la antigua letra “CH” tenía el dibujo de un niño con la nariz roma y la palabra “Chato” junto a la ilustración. Un día de esos, estando yo deletreando esta página, pasó por mi lado mi mamá, miró el dibujo y dijo: “¡Ve, igualito a ti, mi Chatito!”, desde entonces todo el mundo en el barrio me conoció como “Chato”.
Luego del Silabario vino el libro Coquito, y paralelamente practiqué la caligrafía en los cuadernos Palmer. Disfrutaba del aprendizaje, pero extrañaba mirar los partidos de fútbol que diariamente se jugaban en mi calle (el jirón Unión). Mientras yo silabeaba y dibujaba las nuevas palabras, afuera la pelota se estrellaba contra la pared de adobe de mi casa, y de rato en rato se escuchaba el grito de ¡GOL!, y yo me moría por saber quién iba ganando.
Luego de dos semanas intensas, llegó el último día de clases. Lo recuerdo con nitidez. Fue un domingo. Mi papá se rascaba la cabeza porque no podía creer que yo hubiera podido aprender a leer y a escribir en 14 días. Él se empecinaba en una revisión final y yo me desesperaba por salir a la calle.
Imposible olvidar aquel día. Como muchos otros domingos, en mi calle se jugaba un “clásico” entre los “cholos” de mi barrio (San Isidro), y los “pitucos” de la urbanización 21 de Abril “A” que se reunían en una esquina de las manzanas 16 y 17. Por los “cholos”, entre otros, jugaban Vicente “La Burra” Vergaray, los hermanos “Chana” y “Chiqui” Castillo, y Leonel Pinedo. Entre los “pitucos” me vienen a la mente los hermanos Víctor y Carlitos Pisfil, Rubén Mejía, y Enrique Sosa.
Al final de la lección de aquel domingo recuerdo que mi padre me dijo que yo había sido su mejor alumno, y que me iría bien en la escuela. Y lo que mejor recuerdo de aquellos partidos de fútbol en mi calle son las piedras que se usaban por arcos, también las discusiones sobre si un gol habría sido tal o “palo” (en este caso, piedra), y las veces en que el juego se interrumpía debido a que la pelota era arrollada por algún carro, o porque caía en algún techo y los vecinos se negaban a devolverla.
Eduardo junto a la Clase de Transición de 1967
|
Aprender a leer y escribir para mí fue como un amor a primera vista. Un amor terco de toda la vida. Un amor que inicié, cantando esta popular tonada de mi niñez:
A, b, c, ch
la cartilla se me fue
por la calle San José
no me pegues mamacita
porque ya la sé.
New Hampshire, USA
Febrero, 2012
NOTA:
Si deseas dejar un comentario ten en cuenta lo siguiente: debajo del recuadro para los comentarios aparece una opción que dice “comentar como”. Acá sólo debes seleccionar la opción que dice “nombre” y en este recuadro escribe tu nombre (Deja el recuadro URL en blanco) Si todo esto te parece muy complicado, entonces escribe tu comentario en un e-mail y envíalo a: edquevedo@yahoo.com
Los comentarios van primero al Editor, antes de ser publicados.
Eduardo
ResponderBorrarSuper linda tu historia. Cuando iba leyendo te imaginaba practicando tu ABC y me vinieron recuerdos de mis hijos cuando aprendían a leer. Sabes valió la pena que tu padre pusiera empeño en tu enseñanza pues desde chico despertó en ti al lector y ahora como escritor nos deleitas con todo lo que plasmas con tu pluma. Felicidades!
Isbel
Hola Isbel, gracias por escribir y cariños para tus tres tesoros!!
BorrarEduardo
MARAVILLOSO ARTICULO!!! QUE EMOCION RECORDAR LOS LIBROS DE COQUITO Y PALMER.....QUE GRAN PADRE, QUE GRAN MAESTRO,,,,NO HAY CASO QUE TU PAPI TENIA UNA GRAN VISION DE LA VIDA Y LA CULTURA.....Y QUE BUEN HIJO QUE SIN CHISTAR APRENDIO Y SACRIFICO SU PARTIDO DE FUTBOL DEL BARRIO,,,,SEGURO QUE TU SERIAS DE LOS PITUCOS,,JAJAAJA.....FELICITACIONES, MUY BIEN NARRADO QUE EMOCIONA LEERLO HASTA EL FINAL ,,,,BONITO FINAL.
ResponderBorrarHey Nena, No chance que yo haya sido del grupo de los "pitucos", ellos eran los "contrarios" (del barrio de al frente) Mi barrio se inició como una invasión...
BorrarCuídate,
Eduardo
Eduardo, maravillosa historia, y la nobleza de tu padre grandiosa como los filósofos griegos, simplemente maestros. Un abrazo.
ResponderBorrarBernardo, eran otros tiempos, otros hombres. Tuve el privilegio de conocer a tu padre, una persona ejemplar!!
BorrarEduardo
Querido Eduardo:
ResponderBorrarLos sábados son muy ocupados para MI, pero ya desde anoche decía, mañana no me pierdo desde temprano el "A,B,C,CH" de Eduardo; asi que acá estamos, ya me enteré de lo que se trata y es cierto todo lo que cuentas; de pronto tu historia se me vino a la mente y rememoré con alegría esto. Solo decirte que rescato dos cosas: Tu INTELIGENCIA que ya se vislumbraba desde tu corta edad tal como acá lo estás demostrando con la narrativa tan perfecta y sincera y el TEZÓN de nuestro padre, que siempre lo dije, fue nuestro mejor maestro. UN ejemplo de vida y el mejor luchador impetuoso de todos los tiempos.... COMO NO DEJAR JAMAS DE RECORDARLO?
Nelly
Nena: gracias por tu lectura y tus palabras. Saludos a la familia en Chimbote!!
BorrarEduardo
Como no recordar las clases de Transición, casi siempre a cargo de una señorita llamada así por nosotros o también maestra, pero lo importante de este paso radica en la presencia de los padres preocupados por vernos llegar a ese encuentro con las letras, las sílabas y las palabras mostrando el mejor talante y de nuestra parte la consabida esperanza de pasar en la calle el mayor tiempo posible jugando al futbol o mirando los partidos de barrio.
ResponderBorrarCon este artículo se reafirma la vena literaria de Eduardo, fluidez, secuencia, sentimiento, encuentro, identidad, proyección y síntesis sin dejar de mostrar esa frescura narrativa lograda a la medida del escribidor para cautivar y llevarnos de lleno a la lectura que recrea nuestra propia existencia e invita con sutileza a viajar por los recuerdos.
Cuan cierto resulta el adagio popular, recordar es volver a vivir, pero más certero es aquel que asevera estudia y triunfarás sin dejar de lado el que expresa de la abundancia del corazón habla la boca. Eduardo nos hace recordar y alimenta nuestra vida, nos coloca en las primeras letras que son el inicio de nuestro encuentro con el saber y sus sentimientos liberan al niño que todos llevamos dentro. Enhorabuena, gratitud y éxito para nuestro escritor.
Víctor
Hola Víctor, como siempre agradeciéndote por tus palabras, siempre analíticas y reflexivas. Saludos para Nelly y Silvia. Un abrazo para tí!!
BorrarEduardo
Como siempre Eduardo, muy interesante , hermoso y anecdótico tu blog, me emociona porque cuando yo llegué a vivir cerca a tu casa, uds. todavía eran jovencitos y los vi hacerse hombres y mujeres de bien a ti y a tus hermanos, gracias al carácter de tus padres, personas muy serias, rectas y buenas, y hoy nos mostrástes otra faceta de tu padre como primer maestro de sus hijos, él desde el cielo se sentirá muy orgulloso de ti y de tus hermanos, bendiciones y un abrazo a la distancia.
ResponderBorrarGracias Alicia, hemos vivido casi frente a frente, y hemos compartido tantas cosas, y tenemos tantos recuerdos del barrio. Cariños para tí y todos los tuyos!!
BorrarEduardo
COMO OLVIDAR TAN BONITOS RECUERDOS AMIGO CHATO, UNO DE LOS MAS INTELIGENTES DEL SALON POR LOS CINCO AÑOS QUE LO PASE CONTIGO EN LA ESCUELITA. SI NO ESTOY EQUIVOCADO YO SAQUE EL SEGUNDO PUESTO PORQUE ESTUDIE DOS AñOS EN TRANSICION Y CREO QUE FUE POR "VARA" JAJAJAJA Y POR LAS NARANJAS QUE LE LLEVE A LA MAESTRA, QUE POR SUPUESTO FUE UNA EXCELENTE PROFESORA.
ResponderBorrarUN ABRAZO AMIGO Y FELICITACIONES POR TAN BELLO ARTICULO
NOEL
Hey Chaca, claro que te sacaste la Diploma de honor en Segundo Puesto en 1967. Incluso te digo más: yo me sentí un poquitín celoso de tu diploma, pues me pareció más bonita que la mía. La tuya tenía unas ilustraciones incaicas muy bonitas. Un abrazote hermano!!
BorrarEduardo
Eduardo:
ResponderBorrarAntes de leer fue inevitable ver la fotografía de la silla-carpeta, por algún motivo quedé mirándola sin poder empezar a leer, igualmente con la fotografía del libro Coquito, Caligrafía Palmer y la Cartilla, ver estas cosas me tocan en lo personal; mucho más conmovido quedé al leer tu artículo completo. Gran padre, gran disciplina y veloz aprendizaje de tu parte. Es inevitable hacer un paralelo con mi inicio en la escritura y lectura, y lo que sucede es que provocas una cadena de recuerdos, unos más gratos que otros, pero recuerdos al fin. Un abrazo.
Marco
Marco, como siempre agradeciéndote por tu lectura, por tus palabras, y por esta gran amistad de tantos años. Saludos para los tuyos. Un abrazo!!
BorrarEduardo
Lindo relato como todos a los que nos tienes acostumbrados Eduardo, ahora no escribes en un Palmer si no en un Blog gracias a las enseñanzas de tu Señor padre, también sigues pensando con emoción en el deporte Rey: el futbol. Gracias por todo ello, por inspirarnos, por hacernos disfrutar de tu verbo. Gracias por escribir.
ResponderBorrarJuan Bazán
Hey Juancito, gracias a tí hermano por tu permanente compañía en esta pequeña aventura. Y arriba el Unión Juventud...jajaja!!
BorrarEduardo
Otra vez deleitándonos con tus escritos. Me dan mucho gusto y siempre los tomo como mios. Tu pluma es excelente y todo parece un repaso de la vida de uno mismo.
ResponderBorrarEspero que sigas deleitando siempre a todos tus lectores , y ahora a esperar el siguiente artículo. Cuidate. Otra vez gracias.
Víctor
Hey Víctor, gracias hermano. Saludos para la gente de Huaral, y cuídate de ese frío por donde estás ahora. Un abrazo.
BorrarEduardo
Ahora entiendo tus virtudes: Saludable, inteligente, nostálgico, verdadero, histórico, ... etc. en tus escrituras. Una vez mas ejemplo a imitar. Lo de tu padre, muy académico y lectivo en esa etapa de aprendizaje para ti. Gracias Eduardo no solo por tu historia escrita que por cierto es interesante y educativa, si no también por que me reconforta en mi afanes con mi pequeña Ariana y para los que vendrán . . . . Quiero recordar que uno no deja de enseñar a nuestros hijos aún cuando sean mayores.
ResponderBorrarUn Abrazo
DAVID ARROYO
Gracias David. A través de CONFESIONES A UN ÁRBOL nos vamos reencontrando no sólo con nuestra propia memoria, sino también con grandes amigos como tú. Saludos a tu señora y cariños para Ariana.
BorrarEduardo
Excelente, el aprendizaje, aprendiste algo que jamás dejarías de hacer, tu padre estará sonriendo a tu lado cada vez que estás confesándote con el árbol, un abrazo
ResponderBorrarGracias Chene, no incluí tu nombre entre los peloteros del Jirón Unión porque, hasta donde yo recuerdo, tu lo hacías en la calle Huayna Cápac y también en el barrio 2 de Mayo Jajaja.. buenos recuerdos!!
BorrarEduardo
EXTRAORDINARIO ARTICULO DEL A B C Y LINDOS RECUERDOS DE TU PRIMARIA EDUARDO...DONDE MOTIVAS CON TU INFANCIA HACIENDONOS RECORDAR A LA PROFESORA EVITA Y LOS MOMENTOS PASADOS EN TU NIÑEZ...Y MUY ORGULLOSA ME SIENTO POR MI PADRE QUIEN SIEMPRE NOS CULTIVO LA ENSEÑANZA ANTES DE IR A LA PRIMARIA...SUERTE HERMANO,
ResponderBorrarMARY
Gracias Mary, cuídate de ese frío en Europa, y hacemos votos por que las noticias que lleguen de Lima sean todas buenas!!
BorrarEduardo
FASCINANTE EL RELATO, SOBRE TUS PRIMERAS LETRAS APRENDIDAS, CON TU PRIMER MAESTRO : TU SEÑOR PADRE, DEL CUAL, ES ADMIRABLE LA DEDICACION QUE TOMABA PARA QUE UDS. INICIEN LA TRANSICION SABIENDO LEER Y ESCRIBIR; ES UN BELLO RECUERDO.
ResponderBorrarEDUARDO,CON ESTE RELATO ME HACES RECORDAR CUANDO EMPECE LA TRANSICION, Y NUESTROS PADRES, TAMBIEN TUVIERON QUE COMPRARNOS EL LIBRO COQUITO. EXCELENTE TU RELATO, GRACIAS, POR HACERNOS RECORDAR ESA ÉPOCA INOLVIDABLE DE NUESTRA VIDA. UN ABRAZO, Y CONTINUA ESCRIBIENDO PARA EL DELEITE DE NOSOTROS TUS SEGUIDORES.
KATTY
Hey Katty, gracias por tu lectura y comentario. Saludos para toda tu familia y ojalá me puedas conseguir esa foto que te he encargado. Cariños!!
BorrarHola Eduardo, interesante artículo, en este caso definitivamente no podemos aplicar aquel dicho "La letra con sangre entra". Bien aplicaríamos "La letra con futbol entra" ya que narras con tanta devoción y angustia y hasta me atrevería a decir que con mas interés lo que sucedía en la canchita de tu barrio que servía como motivación para cumplir el cometido de tu padre, que como fuese lo logró. No desmerezco la brillante labor ejemplar de tu padre que muy fácil hubiese sido el pionero en Chimbote de la creación de un centro de estimulación temprana.
ResponderBorrarTe felicito ya que en ese tiempo aprendíamos a leer y escribir como podiamos, en mi caso aprendí a escribir primero, pero con un pequeño detalle: escribía al revés ya que copiaba los titulares del periódico que mi papá estaba leyendo. Un fuerte abrazo, cuídate y muchos saludos para los tuyos.
Javier
Hola Javier, como sabemos este relato se ubica en 1967, cinco años antes de 1972 y de cuyo tema ya hemos hablado y tenemos tanto que decir, pero privadamente...Jajaja...
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Que bien amigo Edu, tenías que ser tu para traer los mejores recuerdo de nuestras vidas (niñez) y sobre tu familia. Una vez mas mis respetos y consideraciones que son un ejemplo para muchas personas de nuestro querido barrio. Saludos a todos y como siempre a la espera de nueva entrega literaria: Adios!
ResponderBorrarJaime
Hey Jaime, tiempos aquellos!! No tengo ninguna duda que todo lo que acá se cuenta, te debe resultar bastante familiar a tí, habiendo nosotros crecido a sólo unos pasos de distancia. Un abrazo!!
BorrarEduardo
Que bonitos tiempos de nuestra infancia... Me alegró de que te acuerdes de esos tiempos tan felices que a veces se esconden en nuestra memoria y nos cuesta encontrarlos; te deseo lo mejor del mundo. Sigue escribiendo y que no deje de ser tu pasion. Un fuerte abrazo.
ResponderBorrarCarmen.
Hola Carmencita, bienvenida a CONFESIONES A UN ÁRBOL. Saludos para don Raúl y doña Juanita. Cariños para los tuyos.
BorrarEduardo
!!Vaya, hombre!! tú en Chimbote y yo en Piura, casi hemos tenido una infancia parecida... también en mi pueblo de Chulucanas se jugaba así el fútbol, solo que a veces, hasta con pelota de trapo.
ResponderBorrarPero, al margen de todo, !!Qué bonita niñez y juventud !!!
Anabel
Hola Anabel, bienvenida a CONFESIONES A UN ÁRBOL!! Cariños para la familia en el norte peruano, y saludos para los amigos comunes en Trujillo!!
ResponderBorrarEduardo
Que bonitos tiempos de nuestra infancia recuerdos de nuestra niñez que siempre se quedaraán grabados en nuestra mente y corazón, me ha hecho recordar cuando por primera vez tuve que ir a estudiar y aprender recién las primeras letras. Excelente historia. Un abrazo!
ResponderBorrarZoila
Hola Zoilita, gracias por acompañarnos con tu lectura y tus comentarios. Saludos por caso. Un abrazo!!
ResponderBorrarEduardo
Estimado Ed: Excelente homenaje a tu personal génesis académica, que muy pronto se consagró en una real demostración de intelectualidad; oportuno homenaje a tu primer maestro (tu padre) y luego a doña Eva Carbajal, quien derramó sobre ti (y tus compañeros) amplias dosis de pedagogía.
ResponderBorrarComo bien hemos hablado, hoy, con los años transcurridos, podemos saborear a los mejores autores que nos brindan sus conocimientos, pero nada de ellos habríamos conocido, sin la primigenia ayuda del silabario, del libro Coquito,todo esto bien "sazonado" con el oportuno fútbol, que siempre es una razón para la felicidad. Un gran abrazo, ya estoy en el trabajo, cansado pero contento.
Hola Rolando, gracias por escribir, te deseo lo mejor en esta nueva temporada de vuelta al trabajo, y trata de mantenerte en contacto.
ResponderBorrarUn abrazo,
Eduardo
Hola Eduardo:
ResponderBorrarTu padre enseñó las primeras letras al que en el futuro sería un gran escritor.
Cada dia nos sorprendes con tus escritos y no muchas personas escriben de tal manera con tanto sentimiento como lo haces tu. Nos haces recordar aquellos momentos vividos que estan allí en lo mas profundo de nuestras mentes. Gracias Eduardo por revivir recuerdos tan hermosos. En verdad eres un gran escritor.
Saludos
Ana
Hola Anita, gracias por escribir. Saludos para tu padre, con don Pedro tenemos cantidad de buenas anécdotas. Cariños para tu familia!!
BorrarEduardo
Veo la entrada de la escuela y a aquella gentil dama, que vivía a una puerta de la mía en el pasaje 29/30 de la Manzana B de la Urb. 21 de Abril, y la recuerdo deteniéndose sonriente a mirar al pequeño vecino que leía en voz alta el libro "Mis Cuentos Escogidos". Mi padre tenia el mismo concepto que el tuyo, la diferencia es que yo era el hijo mayor, y me tomaba examen en la puerta de casa, para que de paso pierda el miedo (o pánico escénico). Recuerdo a la maestra decirle a mi padre, que enviara al chico a la escuela, el problema era que aun no tenia la edad para asistir, tanto habló con mi padre, quien aceptó, con la condición que ella fuera mi maestra, y alli fui, evaluacion de por medio, directo al primer año, sin hacer jardin, ni trancision.
ResponderBorrarEl problema no fue conocimientos, fue que no tenia idea de aula, orden, atención, etc., recuerdo que las carpetas para mi eran altas, me aburría rápido, y descubrí que era mas fácil escurrirme por debajo de las carpetas, y gatear debajo de las mismas era toda una aventura, la maestra, al notar mi ausencia, y oir las quejas de los compañeros, tenía que mirar por debajo de las carpetas para hallarme, y su generoso corazón no encontró manera mejor que llamarme "ratón", que después devino en "pericote", porque en cada desliz solía coger los borradores y lápices de los compañeros...que yo buscaba coleccionar por colores... pero eso era algo que el Profesor Salazar, no tenia tiempo de discutir, solo DEFINIR (jaja, lo recuerdan?, una gran persona y excelente maestro)... cuando ella ya estaba por rendirse y devolverme a casa, mi padre, encontro la solución armando una carpeta a mi medida, alli sentado en primera fila terminaron las aventuras...por breve tiempo.
Jorge
Jorge:
BorrarExtraordinarias remembranzas de un tiempo que nunca se fue, si no que quedó latente en alguna parte de nuestra memoria, y que acá encuentra el pretexto perfecto para ser recreado en la fraternidad de la buena amistad. Te he leido, y en mi mente discurrían las imágenes de tus "aventuras" de aquel tiempo en que compartimos la temprana edad.
Un abrazo,
Eduardo
VIDAS SINCRÓNICAS:
ResponderBorrarMi padre fue y es maestro y no recuerdo que me enseñara a leer, también fui a transición a una escuela cerquita a la tuya y no fue 1967 sino apenas dos años despúés, mi maestra se llamaba Amelia y mis compañeros eran más "viejos" que yo. Empezamos el libro Coquito juntos, pero tuve un escollo en la "L de Loma", y los "viejazos" me pasaron y se burlaron de mi, pero la burla no duró mucho tiempo los alcancé en la "R de Rosa" y terminé con la la "z de zapato" con los primeros alumnos. Claro que recibí mi diploma, aunque para los "viejazos" que eran de mi cuadra, ese diploma me lo dieron por ser sobrino de la profesora "Lucha" que enseñaba también en aquella escuelita.
Gracias Eduardo por ayudarme a evocar lindos recuerdos y darme cuenta que nuestras vidas tan aparentemente disímiles, han transcurrido con eventos casi sincrónicos.
Alberto
Alberto:
BorrarAnteriormente convesábamos sobre tu escuelita. Fue una Escuela Municipal que funcionó transitoriamente en la casa de la familia Rospigliosi-García en el jirón Ramón Castilla del barrio San Isidro, frente a la antigua escuela de mujeres Nº 3107 de la señora Ubínica Quiñonez. La escuela municipal, por un tiempo, también funcionó frente a mi casa, en la esquina de la Avenida Aviación y el Jirón Unión, en la casa de don Julio Guzmán, papá de la profesora Luisa (Lucha) Guzmán.
En aquellos tiempos los salones de clase tenían alumnos de diferentes edades. Y habían siempre los "viejos" que nos manejaban a "cocachos" a los más chicos. El recorrido de la cartilla, desde la A de avión hasta la Z de zapato, es una de las travesías más emocionantes en la vida de cada persona. Y su recuerdo se queda con uno para siempre.
Un abrazo,
Eduardo
Es grato leer esta historia me hace recordar cuando aprendí a leer escribir y otras cosas.... gracias amigo es muy bonita la historia... pero me gustó la frase de tu mami.... “¡Ve, igualito a ti, mi Chatito!”, me causa risa y te la debo amigo...
ResponderBorrar"Comencemos con mucha alegría, sigamos con una sonrisa y terminemos con carcajadas para alimentar nuestras almas"
HANS
Hey Hans, gracias por escribir. La frase a la que haces referencia fue el inicio de mi "chapa" tanto en mi casa como en mi barrio.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
ResponderBorrarQuerido Eduardo, eres terrible con tus amigos, nos arrimas hasta el filo del milenio y luego nos llevas y lanzas al túnel de tus pasados, y solícitos, por el deber de la amistad, empezamos a cargar nuestra maravillosa cruz de recuerdos. Y pese a esta pancarta de protesta ardorosa y post adolescente, no te imaginas cómo me deleito enhebrando por el ojo de nuestros años muchos los remanentes de vivencias del niño que se fue.
También recuerdo a la profesora Graciela, a quien con mucho cariño le decíamos "la chiva" y si peguntas el porqué diré no recuerdo, pero si tan igual que tú, aquellos años maravillosos cuando llorábamos a morir cuando el día viernes se presentaba el personal paramédico de la posta de salud para vacunar a los niños contra el sarampión y otras epidemias. Todo el salón era una selva llena de tigrillos enjaulados que miraban con angustia las ventanas y la puerta totalmente cerradas sin posibilidad de escape alguno. Que viernes de amargura y dolor, y cuán diferente al bendito lunes cuando llegaban personas del sector salud y del municipio con limpios sacos de harina llenos del pan nuestros de cada día.
Todos los alumnos nos arremolinábamos tratando de alcanzar parte y así llenar nuestras ansias de niños. Quizá allí para muchos, porque para mi así fue, comprendimos lo que dijo el Cristo de la gloria: El Pan nuestro de cada día...
Saludos Eduardo, pese a que no tengo el gusto de conocer a tu adorada esposa e hija, te pido encarecidamente que te cuelgues de sus brazos y por este humilde amigo deposites un fuerte beso en sus mejillas.
Tu amigo Luis Alegre Calderón.
Hey Luchito, gracias por compartir por acá algunos recuerdos de tu niñez. Los cuales, desde luego, nos son comunes y familiares. Infinitas gracias también por tu cariño para mi familia.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
P.D.: Es siempre un placer el poder leerte!!
Lo felicito por compartir esta aleccionadora historia, que Dios lo siga bendiciendo.
ResponderBorrarEdgard Carmen