Por varios años quise tener en mis jardines de New Hampshire hortensias azules de hojas grandes, pero no fue fácil cristalizar este deseo. Son arbustos de buen tamaño, y no tenía suficiente espacio disponible en las áreas verdes de la casa. Hasta que mi amigo Tony, y unas cuantas lecturas, me persuadieron con la posibilidad de cultivarlas en maceteros.
Así, el domingo 7 de mayo del pasado año 2023 visité un vivero vecino y compré dos macetas de hortensias. Eran pequeñas, pero satisfacían una obsesión grande. Por más de veinte años en Estados Unidos trabajo en paisajismo. Podando árboles y arbustos, y cuidando áreas verdes de grandes mansiones. Y, a través de esta actividad, me enamoré de la belleza irresistible de las hortensias. Las hay en diversas variedades, pero mis favoritas son las de flor azul y hoja ancha, las más difíciles de cultivar.
El domingo siguiente fui a Walmart y adquirí dos maceteros grandes, capaces de albergar suficiente tierra para asegurar el desarrollo de las hortensias. Una vez en casa las transplanté, aboné y regué. Y elegí para ellas la mejor ubicación posible que podían tener: dos esquinas de la terraza, de modo que pudiera verlas desde la sala a través de la mampara corrediza.
Lamentablemente, unos días después, las hortensias comenzaron a marchitarse. Vino a mi mente una frase de mi padre: “El diablo, de tanto querer a su hijo, lo mató”. Pensé que quizás, en un exceso de cuidado, las había regado en demasía. Cuando tengo dudas sobre jardinería, o cualquier otro tema, suelo acudir a Tony, uno de mis amigos más cercanos en New Hampshire. Él fue mi primer jefe, y trabajamos juntos en su empresa de paisajismo hasta que se jubiló, y vendió el negocio a mi actual jefe. Cada vez que lo necesito, siempre está dispuesto a ayudarme. Así que le pregunté por las plantas, y me dijo que tal vez les había echado mucha agua.
El viernes 19 de mayo, tomé unas fotos de las hortensias, y me fui a trabajar. A la salida hice una parada en el vivero donde las había comprado, y allí me dieron una buena explicación: Durante los dos días previos, un fuerte frío batió varios récords climáticos de larga data en New Hampshire. La helada causó estragos en árboles, arbustos, plantas en general y, también, en mis hortensias. Me recomendaron podar las partes dañadas, y me aseguraron que las plantas se recuperarían.
A finales de junio, el verano llegó a New Hampshire. En esta estación los capullos de las hortensias estallan en flores de gran tamaño, y en todas partes los jardines son sacudidos por los fuegos artificiales de su hermosura. La atracción de esta fase perdura hasta bien entrado el otoño. La promesa que me hicieron en la tienda de plantas se cumplió: en mi terraza, los maceteros rebosaron salud y belleza.
El arribo del invierno en diciembre me planteó un problema. Dejar las macetas al aire libre era riesgoso, el frío extremo podía perjudicar a las hortensias. Consulté con Tony al respecto, y él me propuso dos opciones. Mover los maceteros al interior de la casa y colocarlos detrás de una ventana que recibiera sol. O, trasladarlos al sótano, y ver qué sucedía. La primera alternativa no me era posible, así que opté por la segunda. Ryan, un compañero de trabajo, vino a ayudarme, y llevamos las plantas al sótano. No recibirían luz solar, pero estarían protegidas de las heladas del invierno.
Enero, febrero, marzo del 2024 pasaron, y llegó abril trayendo consigo la primavera. Yo me resistía a subir los maceteros de vuelta a la terraza por la mala experiencia que tuvimos en mayo del año anterior, cuando una helada afectó a las plantas. Mientras tanto, en el sótano, las hortensias no mostraban señales de vida. Dando mi brazo a torcer, el 14 de mayo las regresé a la terraza. No necesité ayuda para subirlas. Estaban secas y parecían esqueletos sin peso. Tomé fotos y se las envié a Tony con la pregunta: “¿Crees que están completamente muertas?”.
Él sugirió que cortara uno de los tallos para verificar si tenían vida, pero no me atreví por temor a su fragilidad. Me dijo también que habían estado en letargo durante varios meses y, tal vez, necesitaban tiempo para recuperarse con luz solar, agua y fertilizantes. Yo seguí cuidándolas con devoción más propia de un santo que de un jardinero. Y el día 31 de mayo, usual fecha recordatoria para mí, la hortensia ubicada en la esquina derecha de la terraza comenzó a dar muestras de vida. Nuevos brotes empezaron a surgir desde la base.
Mientras tanto, el otro macetero seguía en estado de coma. Las semanas fueron pasando y nada. Yo lo auscultaba minuciosamente cada mañana antes de ir al trabajo. Y al hacerlo sentía en mi propia expresión los gestos de mi padre cuando realizaba similar tarea en sus jardines. Él fue un apasionado jardinero. Con escasos recursos creó belleza en cada rincón de las áreas verdes de la casa. Experimentó con nuevas variedades de rosas y cucardas a través de complicados injertos. Y cuando se sintió realizado entre flores y colores, se adentró en el exótico mundo de los cactus. Atiborró el patio con cientos de maceteros, y colgó otros tantos en los lugares más impredecibles.
El viernes 28 de junio, al salir del trabajo, me dirigí al vivero de la localidad. Estaba cansado de esperar por el desenlace de la segunda hortensia, y había decidido remplazarlas con un par de plantas de más fácil cuidado. Eran tantas las opciones frente a mí que se me hizo difícil elegir. Llamé a Tony, pero no contestó. Y regresé a casa con las manos vacías.
Al día siguiente, 29 de junio, fecha también de fácil recordación para mí, a eso de las seis de la mañana corrí la mampara de la sala, y caminé unos diez pasos hasta la esquina izquierda de la terraza. Lo hice más impulsado por el hábito de la costumbre, que por la luz de la esperanza. Con el gesto de mi padre examiné la planta. La escudriñé desde un ángulo, otro ángulo, y uno más. Y como un llamado de la tierra, de la vida que vence a la muerte… una peca verde al fin se dejaba ver en la base de la bendita hortensia.
Post Data: Escribí este relato el jueves 4 de julio aprovechando que fue feriado aquí y tuve el día libre. Una semana después revisé el texto, y antes de ponerle el punto final, me detuve por un momento para echarle un vistazo a las macetas. La pequeña peca verde ya es un tallo fuerte. Espero flores grandes y azules de hortensias este verano.
New Hampshire, USA
Julio, 2024
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GALERÍA DE FOTOS:
18 de mayo 2023. Hortensias afectadas por la helada del 17 y 18 de mayo.
Eduardo, amigo, las flores inspiran tus relatos, se siente su aroma en la belleza de tus relatos.
ResponderBorrarEduardito!!
ResponderBorrarEn este segundo tiempo de mi vida, pienso que para cultivar y mantener tus bellas flores con la pulcritud y devoción propia de ti, hay que tener alma de poeta.
Me doy cuenta que tus jardines tienen fechas igual que tus escritos.
Que tus flores hacen historias y tú las cuentas en tus escritos.
Que tus flores tienen nombres igual que tus musas en tus escritos.
Podría continuar...
Mejor lo dejamos ahí jejeje...
Abrazos querido amigo escritor.
Saludos bendiciones. Eduardito
ResponderBorrarEduardo, lo difícil de conseguir, mantener y después lograr, es como el amor , cuando lo tienes ya no te puede dejar..Esperamos ansiosos la foto de las hortensias en todo su esplendor junto a tu sonrisa de oreja a oreja..
ResponderBorrarExcelente relato, la ansiedad y la esperanza con la que se espera la propia vida. Disfrutarás tus hortensias azules este año. Las espero ver por aquí. Saludos amigos.
ResponderBorrarBendiciones y éxitos mi estimado Eduardo saludos 🫂🙌
ResponderBorrarEl amor en cualquiera de sus formas siempre trasciende... Y en este caso a tus hortensias azules.... Viven....saludos Edu.
ResponderBorrarEspero que sus hortensias sean las mas lindas como su alegría al verlas.
ResponderBorrarFe y esperanza. Bendiciones Sr. Eduardo Quevedo.
Eduardo cómo siempre nos encantas con tus relatos, le heredaste a tu papá la pasión por la jardinería yo recuerdo cuando me acercaba a comprar o a conversar con tu mamita o tus hermanas me sorprendía ver tantas plantas en el patio y a tu papito siempre cuidando. Un abrazo fraterno y saluda a Terry y a Elsita. Disfruta este verano de tus hortensias azules.
ResponderBorrarCon fe y esperanza, a la espera!!!
ResponderBorrarSaludos amigo, interesante como siempre tus relatos, un fuerte abrazo !!
ResponderBorrarMe encantó está linda historia de las Hortensias, 2 de la Tardecita en Berlín Alemania. Nunca tuve suerte con mis plantas, todos morían y opté no más comprar. Hace una Semana decidí cancelar definitivamente mi cuenta de Facebook y recordé con mucha nostalgia tus relatos del Blog Confesiones a un Árbol .Me recordastes mucho a mí Papito y se cuanto te gusta el cultivo de las plantas.
ResponderBorrarMuchas felicidades para todos.
Te quiero mucho
María.
LA CLAVE DE TUS RELATOS ES COMO LOS ESCRIBES EDUARDO. PUEDE SER SOBRE UNA GRAN ISLA BLANCA O DOS MACETEROS,, PERO LO QUE ATRAPA A QUIENES TE LEEMOS ES COMO CUENTAS LA HISTORIA. FELICITACIONES AMIGO
ResponderBorrarHermoso relato, siempre es un placer leerte.
ResponderBorrarHeredaste, más que nadie, ese amor a las plantas y jardinería a nuestro padre. Quien no conocía en la casa familiar su "huerto" como El lo llamaba, lleno de diversas plantas sobresaliendo sus rosas 🌹🌼🌴💐🪴🌺🦋🦜
ResponderBorrarComo siempre ...gracias por el relato , necesario e importante siempre...para recordarnos el cuidado y respeto a la vida ...un abrazo !
ResponderBorrarEl que espera desespera, paciencia, buen humor y mucho cariño..Espero pronto ver las Hortensias azules en una hermosa foto. Prueba echarle la gomita de la sábila. Mi hija tiene en su sala una orquídea y después de un año volvió a florear. Un fuerte abrazo chimbotano
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