EL LIBRO CONFESIONES A UN ÁRBOL
Te sugiero que le pongas como título Confesiones a un Árbol, me dijo Dante Lecca aquel mediodía del domingo 30 de julio del pasado año 2023, cuando conversamos en la casa de Percy Robles Guibovich sobre la publicación de mi libro. Minutos antes nos habíamos reunido en una banca del malecón, y luego caminamos al domicilio del autor de El Chimbote que se fue ubicado en la urbanización La Caleta de nuestra ciudad.
Anteriormente he explicado que el año 2011 comencé a publicar relatos en un blog digital al que denominé Confesiones a un Árbol. Inicié este trabajo tras culminar un proyecto anterior, también en internet, espacio en el que escribí sobre la historia del equipo de fútbol José Gálvez de Chimbote, enlazándolo con los días de mi niñez y adolescencia cuando fui un hincha fanático de La Franja Roja, período que cubre, la última parte de la década sesenta y toda la década setenta.
En realidad, he escrito toda mi vida. Nunca antes se me había ocurrido publicar un libro, pero escribo profusamente desde el verano de 1967 cuando mi papá me enseñó las primeras letras en casa, antes de enviarme a la escuela por primera vez en abril de aquel año. Y donde acudí con el libro Coquito en una “capacha” de tela dril color beige, hecha por mi madre con los retazos sobrantes de mi primer uniforme escolar. Tenía entonces seis años de edad.
Historia fue mi curso favorito en la secundaria, pero, más que nada se debió a la gran admiración que sentí por don Jorge Teevin Vásquez, profesor de la materia. Lo cierto es que desde chico, Lenguaje y Literatura fue siempre lo mío. En forma especial me gustaron las tareas escolares consistentes en redactar composiciones, y mis textos, por lo general, con facilidad excedieron el mínimo de renglones que los maestros exigían.
Más adelante, cuando fui un joven idealista y milité en el Partido Aprista, escribía los comunicados y las revistas de difusión. Y lo mismo hice años después en el sindicato del trabajo. Posteriormente salí al exterior, y es muy posible que el sentimiento de desarraigo me hizo girar de la prosa a la poesía. Pero la verdad es que la primera ha sido siempre mi compañera más estable, y la segunda una amante furtiva a la que acudo cuando tengo algo de qué quejarme.
Tanto mis escritos publicados desde el 2010 en el blog galvista, como los que empezaron a aparecer un año después en Confesiones a un Árbol, fueron bien acogidos por una audiencia numerosa de lectores, siempre ávidos de recibir una nueva entrega. Llegado un cierto tiempo, lectores y amigos comenzaron a sugerir primero, y luego a “exigir” que los textos adquieran formato de libro. Tomé estas apreciaciones como muestras de gentileza y hasta generosidad, pero nada más.
Fue recién en el 2022 cuando decidí embarcarme en un proyecto editorial para publicar dos libros. En julio de ese año viajé al Perú, y estando en Chimbote le pedí a mi amigo Percy Robles Guibovich que me ayudara con el tema. Él, primero, sugirió hacerlo en Lima, pero yo quería en Chimbote, pues pensé que, viviendo en el extranjero, sería más fácil aquí gracias a la ayuda logística que suelo recibir de familiares y amigos en la ciudad. Sin embargo, por esos días, la salud de mi mamá que para empezar no era buena, se complicó aún más, razón por cual me dediqué a su cuidado a tiempo completo, y ya no tuve tiempo ni cabeza para el proyecto editorial.
Aquel mediodía del 30 de julio del año pasado, cuando Dante Lecca me sugirió que al libro le ponga como título Confesiones a un Árbol, yo no pude evitar una sonrisa de satisfacción y, sólo por curiosidad, le pregunté, “¿por qué?”. “Es un nombre conocido, ya está en la mente de la gente”, dijo él. En realidad, no había pensado en ningún otro nombre. Yo había vuelto al país la semana de las fiestas patrias, y, estando en Chimbote, me comuniqué de nuevo con Percy para retomar el asunto del libro. Y él me puso en contacto con Dante, quien se dedica a esta actividad a través de su editorial Santa Tierra.
La visita al Perú duró casi tres semanas, y antes de regresar a New Hampshire dejé el proyecto encaminado. A mi buen amigo Bernardo Cabellos le solicité que se encargara de todos los aspectos logísticos necesarios, y a Percy le pedí que me haga el honor de escribir el prólogo. Ambos aceptaron de buen talante. Una vez de vuelta en Estados Unidos me aguardaban meses de intensa actividad en el trabajo y la casa. Tuve que hacer malabares con mi tiempo, hasta que finalmente pude enviar los archivos de los escritos a Dante para que pudiera iniciar su labor.
Terry, mi esposa, se encargó de la parte visual del libro. Decidió el tipo y tamaño de letra, los espacios en las páginas, la portada, contraportada y solapas del libro. Mi trabajo fue encontrar tiempo para releer varias veces los borradores del libro hasta dejarlos listos para una revisión final en Chimbote. Se aprobó la portada la primera semana de enero de este año, 2024, y pocos días después completé las correcciones. La fecha de impresión y entrega de los volúmenes tuvieron algunos retrasos y, finalmente, fueron proporcionados a Bernardo el 9 de abril reciente.
En realidad el tiraje del libro es modesto y, principalmente, tiene la intención de formar parte de la colección bibliográfica de colegios, universidades e instituciones relacionadas con la educación y la cultura. Los ejemplares excedentes podrán adquirirse en la tienda de mi hermana Olga ubicada en la cuadra trece de la avenida Aviación en Chimbote. Expreso mi gratitud a mis familiares, amigos y lectores que siguieron de cerca cada uno de los relatos digitales, y me acompañaron en este capítulo de mi vida.
El poeta cubano José Martí dijo alguna vez que “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. En mi caso este libro completa la trilogía, y lo hago llegar con profunda satisfacción a la comunidad lectora, esperando sea de vuestro agrado.
New Hampshire, USA
Abril, 2024
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