APUNTES PARA UNA HISTORIA DE AMOR
Eduardo, 1994
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Un hombre y una mujer se buscan por el mundo. No se conocen pero se han visto en sueños. La búsqueda es larga y el reloj de la vida transcurre inexorable. Entre los tic tac de su martilleo algunos amores han naufragado cual barquitos de papel. Tanto se habían soñado que de encontrarse sabrían reconocerse.
Eduardo dejó Chimbote y se fue a Trujillo en 1983, y luego a Europa en 1994. Terry dejó Estado Unidos y voló a Inglaterra en 1987, recorrió Europa, viajó a África y finalmente retornó a Inglaterra en 1996. Ambos por separado, y persiguiendo sus sueños, se establecieron en Londres.
La prestigiosa Sauthbank International School de la capital inglesa es un punto importante de estos apuntes. Una vez llegado a Inglaterra, Eduardo trabajó en el Departamento de Mantenimiento de esta escuela con un ciudadano británico de nombre Terry King, ambos establecieron una gran amistad.
Mister Terry King gustaba bromearse con Eduardo y por causa de su soltería solía decirle: “Primera vez que conozco a un latino de treinta y tres años sin varias mujeres y sin hijos. Deberías casarte con una inglesa”. Eduardo le respondía: “Me gustaría casarme con una, pero todas las mujeres de este país son más altas que yo”.
Cierto día Eduardo viajaba en el Metro de Londres. Iba absorto en sus pensamientos, garabateando un poema en su inseparable cuadernillo. De pronto sintió una corazonada. El tren se había detenido en la estación de High Street Kensington. Levantó la vista instintivamente y miró hacia el andén. Alcanzó a ver a una bella mujer, su petite figura era singular entre la multitud de gente mucho más alta que ella. El tren lentamente empezó a retomar su marcha, y la imagen de aquella mujer quedó grabada en la mente de Eduardo.
Por una de esas casualidades de la vida, meses más tarde, la misma mujer llegó al Sauthbank International School para trabajar como profesora. Se llamaba Terry, era ciudadana norteamericana-británica soltera y sin hijos.
Terry - Kenya, África 1995 |
Hoy, cuando Terry conversa con sus amistades sobre aquellos días, aún cuenta que en una oportunidad se encontró con Eduardo en las escaleras rojas que unían a los dos edificios del Sauthbank International School. Ella bajaba al edificio viejo y él subía al nuevo. Ambos se detuvieron a medio camino. En sus propias palabras, Terry lo relata así: “Yo dije Hi y Eduardo respondió Hi. Intenté iniciar la conversación pero él sonrío tímidamente, alzo los brazos, y me dijo que no hablaba inglés”.
Unas semanas después del encuentro en las escaleras rojas, Eduardo se sacó el clavo, y conversó con Terry durante dos horas. Fue un primero de noviembre. Ambos recuerdan la fecha con facilidad porque coincidió con el cumpleaños de la mamá de Eduardo. Ahí le dijo que una vez la vio en la estación de High Street Kensington. Y ella le contó que ese día regresaba de visitar una agencia de viajes, pues a ese punto estaba considerando regresar a África. (*)
El momento decisivo llegó unos meses más tarde. Un día Mister Terry King llamó a Eduardo y le dijo: “Anda al salón de la profesora Terry, y arregla un alambre que ella utiliza para colgar las pinturas de sus alumnos”. Él preguntó qué herramientas llevaría. “Sólo un alicate”, fue la respuesta. Entonces se encaminó con dirección al edificio nuevo, dio unos pasos, miró sus manos y se detuvo. Le pareció extraño que sólo llevara un alicate. Volvió la cabeza hacia Mister King y vio a éste sonriéndole, y en sus labios podía leerse las palabras: “Buena suerte”.
Tanto la escuela como el salón de Terry tenían una ubicación de privilegio. La escuela estaba enclavada en el corazón mismo del famoso barrio Notting Hill. Y las ventanas del salón de Terry miraban a Portobello Road, una de las calles más populares de Europa, donde podía verse a las más grandes celebridades del mundo confundirse con los cientos de turistas que a diario visitan la zona.
Eduardo retomó su camino rumbo al aula de Terry, y llegó al final de un pequeño corredor. Se detuvo en el umbral de la puerta. El salón se ubicaba en una superficie a desnivel. Seis gradas descendían a su interior. Desde lo alto vio al alambre descolgado, a los turistas más allá de las ventanas, y en el centro del aula la vio de espaldas.
Cuando la profesora volteó para darle la bienvenida, ellos supieron que la larga búsqueda había terminado. Miles de kilómetros recorridos quedaban atrás. Como si cada uno hubiera guardado la mitad de una fotografía, y al ponerlas juntas sobre la mesa las partes cuadraban, y el sueño finalmente se convertía en realidad.
APUNTE FINAL: Aquel día Terry y Eduardo no hablaron de amor. No fue necesario. Lo hicieron unos días después con la ayuda de un diccionario. En 1999 en Londres nació su única hija. El 2003 se mudaron a Estados Unidos, y desde entonces viven en el estado de New Hampshire.
(*) Detalles del encuentro de aquel primero de noviembre se cuentan en el relato: ¿Perdón, La Luz Estuvo Encendida?
New Hampshire, USA
Diciembre, 2012
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