Doce Kilómetros y Medio
A las cinco de la mañana el pueblo de Rollinsford todavía duerme y sus calles se muestran desiertas. Quien no duerme es la naturaleza: fauna y flora están despiertas y vibrantes desde el rompimiento del alba. Y en esa mezcla de quietud y estrépito avanzo con trote medido y seguro.
En Europa adquirí el hábito de correr hace ya unos veinte años. Empecé con una distancia pequeña y poco a poco la fui extendiendo hasta llegar a un punto donde ya no le pude agregar ni un paso más: doce kilómetros y medio.
Años después me mudé a Rollinsford, un lugarcito forestal en New Hampshire, USA y aquí encontré el itinerario perfecto para mi recorrido: calles rurales y vacías preñadas de vegetación y animales silvestres.
Los sábados y domingos me levanto por la madrugada, hago unos ejercicios de calentamiento y salgo a correr. Siempre la misma distancia. En la actualidad corro por razones diferentes a las que tuve veinte años atrás. Ahora es parte de mi rutina semanal, y a los 51 años de edad ayuda a mantener mi peso y una mente saludable. Inicialmente fue una cura casual que encontré para los duros momentos de la soledad y la depresión.
No creo haber sido muy deportista durante mis años en Perú. Me encantó el fútbol, pero no fui bueno, tal vez un aguerrido marcador derecho y volante de contención, pero nada más. Años después los encuentros peloteros devinieron en pretextos para los tragos. Más cervezas que goles. Y la “curva de la felicidad” empezó a expandirse junto con mi propio peso.
Esta madrugada salgo a correr y una pequeña culebra me sobresalta en el umbral de la puerta. No creo en premoniciones, la sorteo de un tranco y sigo adelante. Corro unos tres kilómetros y dejo atrás la parte más residencial de Rollinsford, cruzo la Ruta 4 y a través de la calle Sligo Road me adentro al corazón rural del pueblo. A mi izquierda, el río Salmón destila un denso vapor a resultas del choque de temperaturas entre el día y la noche. Cables de electricidad se elevan sobre la pista, en uno de estos cables una ardilla grande y fuerte persigue a una más delicada. Me pregunto si la alcanzará y tendrán un final feliz y electrizante.
Al final de Sligo Road volteo a mi izquierda con dirección a la calle Baer Road. Al este, más allá de los pastizales y detrás de una maraña de árboles se agazapa el astro rey, aún no veo su disco de fuego pero su resplandor se despunta sobre la copa de los árboles. Y siento las primeras gotas de sudor surcándome el rostro, desde mi nariz y barbilla gotean al pavimento. Una manada de pavos silvestres atraviesa la pista y cierra el paso. Espero en movimiento. Reanudo la marcha y paso por aquel recodo del camino donde ayer, a tan sólo cinco pasos, un venado grande y hermoso me miró fijamente. Fue tan alto que sus ojos estuvieron al mismo nivel que los míos. Yo aflojé el paso para no asustarlo, pero el venado huyó dibujando cabriolas en el aire.
Al final de Baer Road se ubica la intersección con Gulf Road. Llego a una señal de tránsito en la que se lee “STOP”, doy la media vuelta y regreso. Ahora, sobre mi izquierda se sitúa el oeste. Llevo ya recorridos seis kilómetros y medio. Me sobreparo para que una tortuga cruce la pista. No tengo todo el tiempo del mundo así que la rodeo y acelero mi paso. A este punto, instintivamente, miro el cielo azul, como buscando en la distancia una imagen que vi días atrás: un águila con una presa en sus garras, y que a juzgar por la cola que se agitaba en el aire diría que se trató de una rata.
A unos pasos más adelante, sobre mi izquierda yacen dos árboles caídos, están tan juntos que los terrones de sus bases se besan en el suelo y el enjambre de sus raíces se entremezclan como cabellos salvajes. Los imagino como a una vieja pareja de amantes a quienes el final no pudo separar y cuyas raíces continúan compartiendo memorias de mejores tiempos. Correr es uno de los momentos predilectos de mi semana. No llevo música conmigo. No quiero distraerme, hay demasiada inspiración en mi camino y deseo embriagarme con toda la belleza que me rodea.
A este punto ya estoy de vuelta en la intersección de Baer Road y Sligo Road, pero esta vez continúo a través de la primera, la cual también debe llevarme a la Ruta 4. El astro rey ya se deja ver en el este, el cansancio es agobiante y hay demasiadas caídas profundas y cuestas empinadas en el camino. Mi corazón golpea duro en el pecho y la respiración es acezante. Con el galope de mis latidos llegan los fantasmas de antiguos amores. Veo sus sonrisas y sus encantos. Algunas desean quedarse revoloteando en mis pensamientos. Son bienvenidas por un momento, luego las despido para continuar garabateando poemas o relatos en mi mente.
He llegado al cruce de la Ruta 4 y Robert Road, es una entrada urbano-rural al Rollinsford residencial. Y es el último tramo de mi ruta. Los árboles todavía pintan de verde al paisaje. Ardillas corretean por doquier. Sapos y ranas croan en las aguas estancadas. Patos y gansos silvestres surcan el aire con su graznido cacofónico. El trinar de los pájaros convierte a la mañana en una sinfonía de sonidos. Y entre las notas de la partitura llegan a mi mente los versos del poeta Heraud: “Yo nunca me río de la muerte. Simplemente sucede que no tengo miedo de morir entre pájaros y árboles”.
Me aproximo a la última cuesta de mi recorrido, el área es mayormente descampada. El viento se encrespa, parece que va a llover, los pájaros aletean inquietos. Desciendo la cuesta. Llego al fondo. Luego me impulso para subir al tiempo que exclamo una frase que grito cada vez que estoy aquí: “¡Vamos Eduardo!”. Los pájaros se asustan sobre mi cabeza, a mi costado las ramas de tres sauces parecen sobresaltarse. Y más allá de una extensión de césped, en una de las casas, una mujer en bata de dormir abre la cortina de una ventana, y vuelve a cerrarla rápidamente. No tengo duda que a quien la escucha, le dice: “Es el mismo loco de todos los fines de semana”.
Finalmente arribo a las calles de mi vecindad, una que otra persona ya ha sacado sus perros a caminar. Estoy exhausto y siento mis piernas tan hinchadas como si fueran las patas de un elefante. Unas cuadras más y veré a mi gato Kitty esperándome frente a mi casa. Saludo a un vecino madrugador que recostado contra su auto fuma un cigarrillo. Y alcanzo a ver a Kitty.
Mi gato soba su lomo contra mis piernas. Yo camino en mi patio trasero tratando de relajarme y acallar el resuello de mi respiración. Entro al interior de la casa. Mi familia todavía duerme. No me meto a la ducha. Cojo mi laptop y empiezo a contarles las mil doscientas palabras que anteceden a este punto final.
New Hampshire, USA
Julio, 2012
NOTA:
Si deseas dejar un comentario ten en cuenta lo siguiente: debajo del recuadro para los comentarios aparece una opción que dice “comentar como”. Acá sólo debes seleccionar la opción que dice “nombre” y en este recuadro escribe tu nombre (Deja el recuadro URL en blanco) Si todo esto te parece muy complicado, entonces escribe tu comentario en un e-mail y envíalo a: edquevedo@yahoo.com
Los comentarios van primero al Editor, antes de ser publicados.
QUE LINDA HISTORIA Y QUE CORAJE EL TUYO DE CORRER TANTOS KILOMETROS...POR LOS CAMPOS DE TU CIUDAD DONDE PUEDES VER Y APRECIAR LOS ENCANTOS DE LA NATURALEZA...GRACIAS POR COMPARTIR PARTE DE TU VIDA ...SALUDOS
ResponderBorrarMARY
Hola Mary, gracias por escribir. Saludos por Berlín, cuídate de ese calor europeo, esperemos que pase pronto.
BorrarEduardo
que buen relato eduardo no sabia que tenias ese ejercicio de correr 12kilometros un abrazo
ResponderBorrarHola Pepe, gracias por leernos. No te olvides de mi encargo sobre "El Chileno". Gracias.
BorrarEduardo
Mi querido Ed, qué hermoso es salir a correr. Y es cierto: al correr sin música uno se inspira, con la diferencia que tú lo puedes plasmar en el "papel" y vaya qué bien lo haces. Lo cotidiano para ti es trascendente, eso dice mucho de ti, de como vives la vida. En cada kilómetro que corres, junto a las gotas de sudor, alimentas tu creación que te llegan sin permiso ayudado por tu tesón, por la naturaleza y la sinfonía de sus sonidos............Mientras Javier Heraud no tiene miedo de morir entre pájaros y árboles, tú, entre pájaros y árboles le das vida a tu vida corriendo.
ResponderBorrarFinalmente te diré: me gustó los pasajes de las ardillas, de los dos árboles caídos y los fantasmas de tus antiguos amores, ¿quién puede dudar que eres un romántico empedernido?
Otro si digo: Ahorita, acá, soy como la ardilla de tu relato que persigue un final feliz y electrizante, jajajaja!!!!!
Marco. Un abrazo de pelícano.
Bueno Marco, tú siempre has tenido la tendencia de parecerte no sólo a las ardillas, sino también a los conejos...
BorrarGracias por tus palabras.
Tu amigo de siempre,
Eduardo
Doce kilómetros llenos de naturaleza e inspiración . Maravilloso. Gracias por compartirlo Eduardo.
ResponderBorrarHola Isbel, gracias por escribir. Saludos para tus tres tesoros. Un abrazo grande para ti.
BorrarEduardo
Vaya gran naturaleza con la que estas rodeada Edu y de seguro que te hace recordar tu recorrido que hacias en Chimbote por "Tres Cabezas" con tu hondilla, matando pajaritos y saqueando arboles frutales jajajajajaja Qué bonitos recuerdos de niñez ¿no?.
ResponderBorrarY ahora quien como tú gozando de una naturaleza mas enriquecida, envidia sana amigo. A la espera de otra de tus memorias me despido Edu hasta pronto y saludos a toda tu familia.
Abrazos
Jaime
Hey Jaimito, me estás haciendo recordar los buenos tiempos de "Tres cabezas" cuando comíamos granadas a granel (...desde luego que no estamos hablando del otro Tres Cabezas)
BorrarUn abrazo hermano, saludos para Tita y todos los muchachos por allá.
Eduardo
Amigo Eduardo, te luces con este bello relato, como dice Marco, tienes el talento de convertir lo cotidiano en lago mágico y alucinado, de seguro que no sabrás contar una bella historia sobre tus recorridos en Chimbote recogiendo granadas a granel por los montes de Tres Cabezas, un abrazo fraterno.
ResponderBorrarAtte. Juan Bazán.
Hola Juancito, no me digas que tú también caminabas por las chacras del 2 de Mayo camino a Tres Cabezas, robando granadas y siendo perseguido por los perros...Jajaja...!!
BorrarUn abrazo y muchas gracias por escribirnos.
Eduardo
Por supuesto que si Eduardo, y la travesía tenía su cúspide en el rió Lacramarca, eran mis expediciones al África, otro abrazo.
ResponderBorrarJuan Bazán
Jajaja...!! Y mi amigo Fernando, tu padre, te hacía en la escuela estudiando (Mejor que ni lea este artículo...jajaja...!!)
BorrarAbrazos,
Eduardo
Sabes Eduardo? llegamos a un punto de madurez físico-mental cronológicos que no hay terapia ni medicina mas grande, eficaz y económica que usar los propios recursos humanos y qué mejor que los ejercicios físicos acompañados del típico paisaje natural. A veces la tenemos alli, enfrente de uno esa decisión pero no todas las personas la sabemos valorar, reconozco ser una de ellas (que no lo valoro); pero tanto ver al vecino Neisser (hijo de la Sra. Pereyra) correr cada mañana muy temprano, ya me está provocando hacerlo, salgo a mi trabajo 7.00 a.m y él parece que ya va regresando de correr vueltas y vueltas las manzanas del barrio.
ResponderBorrarDisculpa que me desvié; prosigo, lo que mas me impresiona de esta nueva prosa tuya, es, tu tesón, la rutina, las mismas semblanzas de la naturaleza, la misma forma de hacerlo en el camino sin música, sin tropiezos y mentalmente enfrascándote con tus propios encuentros internos del pasado, alli esta la dulzura y la gracia y la fascinación con la que te delitas y seguramente por eso te gusta hacerlo sin abandonar correr, además de ser consciente que es tu medicina corporal y mental. Correr cuesta, cualquiera no lo hace 20 años como TÚ, uno se arrepiente en el camino, sin embargo sería bueno que participes en una maratón seguro la ganas (ja ja ja, es una broma!! es parte de la gracia y alegria que me causó leerte una vez mas, con interés).
Con el mismo cariño NQS.
Nena, gracias por escribir y por obsequiarnos todas las reflexiones que normalmente acompañan a tus comentarios, estoy seguro que los lectores también las apreciarán.
BorrarCuando veas a Neysser Pereyra Utría salúdalo de mi parte. Estudió conmigo y con Marco en 1974 en el Colegio San Pedro.
Gracias,
Eduardo
MUY LINDO RELATO EDUARDO, Y LO MAS IMPRESIONANTE, EL CONTACTO CON LA NATURALEZA QUE TE HACE VIVIR AL MAXIMO Y DISFRUTAR DE TUS RECORRIDOS LOS FINES DE SEMANA, ME ENCANTA COMO LO NARRAS Y NOS HACES VIVIR EL MOMENTO Y METERNOS EN LA HISTORIA, MUY BUENO!.....UN GRAN ABRAZO Y FELICIDADES.
ResponderBorrarHola Gladys, gracias por escribir y un Feliz Día de la Amistad para tí...y todos nosotros!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Sabemos que la Educación Fisica es bueno para el organismo, en contacto de la naturaleza es bellísimo, agradable y se respira el aire natural. Ahora, recordando de Tres Cabezass, en la fiesta de la GUE San Pedro ibamos a buscar cañas para hacer faroles y era bonito el caminar. Espero que sigas ese rumbo ya trazado y asi seguir comunicándonos con nuestros comentarios de añoranzas.
ResponderBorrarMe despido
Pedro
Hey Pedro, efectivamente, para la fiesta de San Pedrito teníamos que hacer esas farolas grandes para los desfiles del Colegio San Pedro, y el carrizo lo cortábamos de los montes cerca a Tres Cabezas.
BorrarBuenos recuerdos. Un abrazo!!
Eduardo
uffffffff..hasta yo ya me cansé de tanto correr,,,jajjja,, bonita lectura , me encanta la descripción de los paisajes con sus personajes pintorescos que encontrabas en el camino,,,, dime 12 km es como de Primavera hasta donde?.....con este relato no solo me haces recordar tiempos de correrías sino me animas a volver ,,,,, ojalá pueda hacerlo porque me costará mucho de principio...que satisfacción cuando uno regresa empapadito de surdor no?......te cuento que aqui la palabra correr no se puede decir...jajaja he pasado malos ratos por ello....Sigue disfrutando de la naturaleza, respirando ese aire tan puro y alimentandote de vivencias hermosas para que nos lo trasmites con estos kilometros de relatos, un beso y gracias.
ResponderBorrarNena, doce kilómetros y medio es una distancia mas o menos respetable. No tengo mucha idea en Trujillo, pero lo de acá lo medí con el odómetro del carro. Si te animas a volver a salir a correr, no dejes de hacérmelo saber.
BorrarGracias por escribir.
Eduardo
Mil doscientas palabras de naturaleza viva; doce kilometros y medio que al recorrerlos logras devolverle a la tierra lo que otros le roban. Es tan facil talar, desviar rios, ignorar la fauna... el hombre confunde poder con soberbia y conforme avanza pisa convertido en un Atila martillando: "Donde mi caballo pisa, no crecerá la yerba". Cada ser en la tierra tiene un Don y una tarea... nos mostraste mil docientas palabras de comunión y respeto, de belleza sin límites, de medio punto en el universo al que debemos amar como el hogar que nos protege... Hoy para nosotros El Sol estubo brillante, El Aire puro, La Pradera viva y El Agua limpia... Mañana que habrá para nuestros hermanos o nuestros hijos... Para mi doce kilómetros y medio, son meditar... Gracias Eduardo.
ResponderBorrarManuel: He leido tu comentario con respeto y admiración. Sé de tu alma de poeta y de tu vida comprometida a tus principios.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Saludos Eduardo (Ed)
ResponderBorrarQue bueno por ti... que bueno por nosotros tus asiduos lectores de tener la suerte de ser vuestro amigo y compartir tan bellos relatos. LA EXPERIENCIA ES IMPORTANTE EN LA VIDA MEJORADA, que la compartes.
Mi gratitud siempre para ti Ed; cuando por noches en grupos contemplábamos extasiados las luces de los faroles en las islas de la hermosa bahía de Chimbote que se vía reflejada en los ojos de nuestras amigas que nos acompañaban o cuando caminábamos por distintas veredas por los terrales y chacras camino al río lacramarca a las faldas de ese gran cerro de arena blanca por el cual nos deslizábamos; lindo gozo y recuerdo.
FRATERNALMENTE
Julio César Sifuentes Arias
Chimbote Perú
Hey Julio César, gracias por escribir. Gracias por tu amistad. Y salud por tantos excelentes recuerdos que compartimos juntos en Chimbote.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
ESTIMADO ED:
ResponderBorrarMas que marcador derecho o volante de contención, eres un mediocampista de creación, que albergando notoria inspiración va comentando los sucesos de tu pertenencia y las vuelcas en forma de exquisitas prosas para deleitarnos.
Narración llana, sin prisas, como tus personales maratones de fines de semana, nos presentas a tus fieles acompañantes de esas horas, nos dibujas el paisaje de cada trecho, nosotros, tus lectores, asombrados vamos descubriendo cada belleza que describes con mas belleza.
Me agrada también el copernicano cambio de una costumbre (chimbotana y peruana), de las borracheras de Las Malvinas, ahora te embriagas con el embrujo de preciosos paisajes, eso merece un brindis...con agua mineral!.
Un abrazo de admiración.
Hey Ro, gracias por escribir, y gracias por el brindis con agua mineral. Los viejos brindis en Las Malvinas y otros "huequitos" de Chimbote ya no los practico... lo cual no quiere decir que no los extrañe. Entiendo que también es tu caso!!
BorrarAbrazos,
Ed
Hola Eduardo, recorres 12.5 Kms. para mantenerte con buena salud, los ejercicios son buenos para mantenernos en buen estado. MENTE SANA EN CUERPO SANO. Y asi podras inspirarte en nuevos relatos que puedas seguir escribiendo. Me gusta que te encuentres con tantos animales silvestres y con la naturaleza.
ResponderBorrarUn abrazo de jorge, estimado gran amigo, y que sigan tus exitos.
JORGE
Hola Jorgito, gracias por escribir y gracias por esta amistad que ya dura cuatro décadas. Teníamos 12 años de edad en 1973 cuando corríamos con nuestros uniformes de educación física bajo la mirada del Profe Alva.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Eduardo:
ResponderBorrarEn algún momento pensé en cuáles fueron los motivos que te llevaron a salir de Perú y pensé también en que si estarías acá serías un destacado abogado para alegria de tu familia y tu satisfacción de verte como un gran profesional. Y nosotros tus amigos tendríamos la oportunidad de verte mas seguido. Ahora, leyendo tus artículos, me doy cuenta que de todo lo que pudiste tener en Perú lo has cambiado por lo mas hermoso y maravilloso que es la paz, tu tranquilidad y tu familia.
Es maravilloso como describes cada lugar por donde pasas en tu carrera, parece el paraiso. Te conozco desde niño en el barrio y en la escuela primaria y puedo imaginarte corriendo y disfrutando de todo aquello que te rodea, disfrutando cada lugar y sobre todo pensando en tus recuerdos de amores de la juventud que siempre están presentes en tus escritos.
Un abrazo recordado amigo,
ANA BEATRIZ
Anita de mi corazón, gracias por escribir y por todas las cosas dulces que dices. Te recuerdo siempre con el mismo cariño de la niñez.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Hola Eduardo, impresionado de los kilometros que corres y el romanticismo que brota como audio de tu cuerpo. Gracias por ese recorrido que me encantaría poder imitar los fines de semana y poder sentir la naturaleza como tú Eduardo. Gracias por poder gosar de de tus hermosos relatos. Cuídate y un hermoso fin de semana.
ResponderBorrarVíctor Santana
Tampa Florida
Hola Víctor, gracias por escribir y mis mejores deseos porque las cosas vayan bien por Florida.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
NOEL PALACIOS
ResponderBorrarMUY BONITO RELATO DE UNA PARTE QUE FORMA TU VIDA COTIDIANA Y ACOMPAÑADO POR LA NATURALEZA QUE TANTO AMO, DEBE SER MUY HERMOSO VIVIR EN UNA ZONA COMO ESA, GRACIAS POR COMPARTIRLA AMIGO.
UN ABRAZOTE Y SALUDOS A TU FAMILIA.
SHACA.
Hey Chaca, gracias por escribir. Saludos para tu señora y tus hijos, cariños para la nueva generación que va viniendo. Admiro tu hermosa familia!!
BorrarUn abrazo,
Eduardo
Que hermoso relato... en verdad parece como si uno te acompañara en el trayecto... Un gran abrazo y.... saludos a tu gato.. ja
ResponderBorrarRATON
Hey Mister Pericote, gracias por escribir. Saludos a la familia. Abrazos!!
BorrarChato
Ilusiones, realidad, limbo, fantasía, todo junto e individualizado a la vez. Este relato es el punto de partida de un nuevo discurso que rebasa fronteras de lenguaje, con anécdotas detenidas en el tiempo pero que marchan al compás de tu recorrido sabatino, lejos queda el lenguaje coloquial, ahora apuestas por uno más completo, total.
ResponderBorrarAbundas en imágenes y eso enriquece el relato que trata de cobijarse en el árbol confesor. Cada vez envuelves más a tus lectores en una espiral ascendente, ellos se dejan llevar suavemente y vuela su imaginación conforme avanza tu pluma hasta llegar al punto siguiente, una nueva espera cómplice de tus aventuras literarias.
Enhorabuena, saludos y felicitaciones.
Tu amigo Víctor
Gracias Víctor por tus palabras y por esta amistad de toda una vida. Cariños para Nelly y Silvia.
BorrarUn abrazo,
Eduardo
La naturaleza siempre nos bordeará de inspiración. Eduardo, traes lindos recuerdos de juventud. La previa a la cerveza, un partido de fulbito, costumbre de muchos compatriotas. De verdad, en tu recorrido de fines de semana tienes lindos acompañantes: La vegetación, los animales y todo empieza con el amanecer de un nuevo día, la luna de ida y bienvenido el astro rey. Qué viva la vida, que siempre triunfa sobre la muerte. El deporte siempre nos ayuda en mantenernos bien de salud.
ResponderBorrarGracias Eduardo, por deleitarnos con tus excelentes relatos.
Un fuerte abrazo amigo,
Bernardo
Hola Bernardo, gracias por escribir. Me enteré que tu salud está mejorando bastante. Me alegra. Cuídate, que siga la mejoría, y... felicitaciones por el nacimiento de tu nieta!!
BorrarEduardo
Hola Eduardito,
ResponderBorrarQue gusto saber que te mantienes en forma ya que 12.5 km. es una distancia de buena resistencia, yo estoy lejos de esa distancia pero es necesario por salud. Asimismo nos describes un campo lleno de vegetacion y animalitos que nos hace recordar nuestro Vivero Forestal.
Algunos de nuestros paisanos te hacen recordar Tres Cabezas que nunca conoci pero si escuche.
Debe manifestar que algunos comentarios me han hecho recordar que tambien comi granadas sin permiso de una chacrita donde justamente me encontre con un amigo de la niñez, Papi La Torre, que vivia en el Barrio N° 3 a quien no veo hace muchos años. Estoy tratando de recordar que hacia por ahi, creo que estaba en la ruta de Tres Cabezas.
Un fuerte abrazo Ed.
José Luis
Hola Pepucho, gracias por escribir. Ya se te extrañaba por Confesiones a un Árbol, bienvenido otra vez!!
BorrarUn fuerte abrazo,
Ed
Me encanto!! sabes,conoci y te acompañe todo el tiempo sin perderme un detalle,es maravilloso lo que puedes trasmitir atravez de tu relato.Felicidades por tu talento!.
ResponderBorrarHola Magely, bienvenida a Confesiones a un Árbol! Muchas gracias por tus palabras. Feliz 2014!!
BorrarEduardo