viernes, julio 08, 2022

La Primavera Del Año 2022

 LA PRIMAVERA DEL AÑO 2022


Nuevo jardín en el patio trasero.
Julio del año 2022
A través del puente de finales de marzo y comienzos de abril se marchó el invierno de New Hampshire y llegó la primavera. Los últimos montículos de nieve se derritieron, y la naturaleza alumbró vida en los árboles, arbustos y plantas perennes que renacieron al conjuro de las primeras campanadas de la estación de las flores.


Yo la había esperado con expectativa. El año anterior, en septiembre, terminé de construir un nuevo jardín en el fondo del patio trasero, el cual es un área con mucha sombra donde el grass se resistía a crecer, y un musgo verde se expandía remplazándolo. Como consecuencia del proyecto terminé perdiendo parte del césped pero gané un jardín de doce metros y medio de largo por un metro de ancho. Aquel septiembre lo construí pero no pude disfrutarlo, pues pronto llegó el otoño y las plantas se fueron a dormir hasta la llegada de la primavera.


Algunas cosas fueron diferentes para mí durante la primavera del año en curso. En primer lugar había decidido alejarme un poco de las redes sociales y de personas que nada bueno aportan. Y ese valioso tiempo adicional lo dediqué a la jardinería. A la explosión de forsitias, tulipanes, corazones sangrantes y floxes del inicio de la estación, le siguieron las peonías, lilas y geranios, y actualmente lirios, astilbes y lavandas perfuman los jardines colmándolos de alegría. Cada fin de semana me entretengo cortando el grass, limpiando la mala yerba, y acicalando las plantas. Y mientras fui añadiendo belleza a la belleza de los jardines, mi gato Kitty estuvo ausente de mi lado desde el inicio de la primavera.

Proyecto de jardinería. Eduardo & Kitty.
Julio del año 2017
Kitty fue un gatito travieso y cariñoso cuando lo adoptamos dieciséis años atrás. Con el tiempo devino en mi amigo más cierto, leal y constante. A través de su larga vida me acompañó durante las horas en que me entregaba a la jardinería, incluyendo los tres últimos años en que fue padeciendo algunas enfermedades. Sin embargo, a partir de abril sólo esporádicamente salió a los patios, y prefirió refugiarse en los rincones más recónditos de la casa. 


En mayo instalé en el patio trasero un parante de metal con dos ganchos situados en dirección opuesta, y en ellos colgué un comedero y una casita para pájaros. Lo hice sólo con la intención de agregar un detalle más a los jardines, pero el efecto superó gratamente a mi expectativa: docenas de pajaritos empezaron a visitarnos con su trino, colores y alegría. Como si un arcoíris hubiera estallado y desparramado el añil de los azulejos, el rojo de los cardenales, el amarillo de los jilgueros, el naranja de los petirrojos, y el albinegro de los pájaros carpinteros entre otras diversas tonalidades aladas que ahora revolotean en el ambiente.

La última semana de mayo noté la presencia persistente de un petirrojo cerca al árbol manzano del patio frontal. Al llegar o salir de la casa, o al recoger la correspondencia del buzón de correo ubicado bajo el árbol, el pajarito ofuscado cruzaba el manzano, y desafiante se posaba a unos metros de distancia emitiendo chillidos exaltados. Le presté mayor atención y vi que volaba repetidamente llevando paja y ramitas pequeñas al interior del manzano. Supe entonces que estaba construyendo un nido. Durante la primera semana de junio continuó con su diligente trabajo, y a continuación vinieron unos días de quietud. No tuve duda que ya estaba incubando sus huevos. Y me hizo ilusión pensar que en algunas semanas podría ver a sus críos alzar sus primeros vuelos alrededor del árbol.

Proyecto de acondicionamiento 
de cobertizo. Eduardo & Kitty.
Octubre del año 2018
Durante el mes de junio la salud de Kitty se deterioró rápidamente. Varias veces lo llevamos al veterinario. Lejos ya estaban los días en que trepaba hasta lo alto del árbol manzano, y nosotros no sabíamos si debíamos llamar a los bomberos para que lo rescataran, pero él siempre bajaba por sus propios medios. Mi hija Dorothy se hizo cargo de él con una devoción que yo antes no había conocido en ella. Lo cuidó y alimentó con el amor de una madre que atiende a su recién nacido.


El lunes trece de junio al llegar del trabajo de vuelta a casa una ingrata sorpresa me sobrecogió. En el pavimento debajo del árbol yacía el nido caído con cuatro pajaritos bebés sin vida. Lo más probable es que un fuerte viento arrancó al nido del árbol. Fue una pena lo ocurrido, y lo único que pude hacer por los críos fue darles una buena sepultura. Antes de ingresar a la casa me puse a limpiar la mala yerba de los jardines por unos minutos mientras pensaba en una buena manera de darle la noticia a mi familia.


Uno de los desafíos que la jardinería me ha presentado a través de los años ha sido mejorar el césped. La presencia de muchos puntos vacíos en el grass era algo que no me gustaba. Cada primavera intenté subsanarlos pero los resultados por lo general no fueron alentadores. Es una tarea que requiere tiempo y dedicación: hay que cubrir las partes afectadas con tierra de calidad, poner las semillas, y dos veces al día regarlo durante dos o tres semanas. Algunos vecinos al pasar frente a mi casa no dejan de comentar lo bonito que se ve todo, pero yo siempre creí que debía mejorar el césped.


Jardines en la parte frontal de la casa.
Mayo del año 2019
En realidad, la mañana del sábado 25 de junio precisamente me encontraba regando el césped. Lo había resembrado sin éxito a inicios de la primavera y, obstinado como soy, volví a intentarlo a mediados de junio. De tal suerte que con aquel sábado ya llevaba diez días regando las semillas y no me hacía muchas ilusiones. Absorto en mis pensamientos movía la manguera de un lado a otro. De pronto algo en el grass llamó mi atención, me agaché para mirarlo con detenimiento, giré mi cuerpo para observar otros puntos resembrados y… "¡Mierda!", exclamé. Las semillas habían empezado a germinar, y lucían como mi barba de un día sin afeitar.


Pero yo no estaba para celebraciones. El almanaque que tenemos colgado en la cocina registraba una anotación sobre la fecha martes 28 de junio: “Kitty, veterinario, 5.30 pm”. Ese día salí temprano del trabajo. Fui a las cuatro de la tarde al dentista para que me termine de curar una muela. Regresé a casa. Y luego junto a Terry y Dorothy llevamos a nuestro gato a una cita de la cual ya no iba a regresar. El cielo era azul en el pueblo, la temperatura abrigada, y mi hija otra vez dirigió todo lo necesario con una fortaleza que yo nunca tuve.


A estas alturas de mi relato ya no es primavera en New Hampshire. A fines de junio llegó el verano con sus olas de calor. Por unos minutos he pausado este escrito y he salido a estirar las piernas por los jardines de la casa. Flores por doquier. Pájaros revoloteando alrededor del comedero. Ardillas abalanzándose sobre la comida que los pájaros dejan caer. El césped luciendo en buen estado. No he podido evitar buscar con la mirada a mi buen amigo. Y por primera vez he sentido resignación ante su ausencia.


New Hampshire, USA

Julio, 2022


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