viernes, octubre 09, 2015

El Niño y su Héroe


EL NIÑO Y SU HÉROE
(O, ACERCA DE DANIEL CORTEZ BELUPÚ)

Daniel Cortez Belupú
1971 (23 años de edad)
Un niño se apretujaba entre un puñado de personas frente al portón de un edificio de tres pisos en la cuadra diez del jirón Olaya de Chimbote. En el interior cada jueves ensayaba una orquesta que había nacido para hacer historia. Corrían finales de la década de los sesenta y comienzos de los setenta. El niño debía empinarse para ver a través del postigo a los músicos y sus instrumentos, y fascinado detenerse en su héroe: Daniel Cortez Belupú, el trompetista y director de Los Rumbaney.

En 1964, el trompetista había dejado Sechura, “La Capital de la Arena”, para venir al entonces “Primer Puerto Pesquero del Mundo”: Chimbote. Tenía dieciséis años de edad y quería una ciudad grande, tamaño de sus sueños y sin límites para su precoz talento musical. Al arribar contactó a sus tíos maternos Guadalupe, José del Carmen, Víctor y Máximo Belupú Purizaca. Este último era secretario de economía del Sindicato de Pescadores y, vale mencionarse, en su oficina tenía como secretaria a doña Amelia Montero Sánchez, hermana mayor de una jovencita a quien Daniel conoció el primer día que llegó a este lugar y de quien se enamoró para siempre.

Daniel Cortez Belupú, 1962, 
14 años  de  edad,  primero 
de la  izquierda,  junto a  su 
amigo “Chaca” de Sechura
El niño vivía en la esquina de la avenida Aviación y el jirón Unión del barrio San Isidro. A menudo caminaba hasta la décima cuadra del jirón Olaya para ver a la orquesta y a su héroe. Eran tiempos en los que Chimbote vivía un período crucial de su historia, y diversos hechos claves ocurrieron como el terremoto del 31 de mayo cuyos cuarenta y cinco segundos de duración hizo hombres a los niños de toda una generación; la reconstrucción de la ciudad; los triunfos a nivel nacional del deporte chimbotano a través de los equipos de vóley, natación y José Gálvez FBC; y, se disfrutaba la última parte de la bonanza del pescado. La aparición de Los Rumbaney coincidió con esta etapa, supieron interpretar el alma de Chimbote y crearon un sonido que latió con el corazón de su gente. Sus éxitos mantuvieron a grandes y chicos en un estado de fiesta perpetua.

Daniel Cortez Belupú nació en Sechura el 9 de octubre de 1947. Estudió primaria en la Escuela Fiscal Nº 23, ubicada frente a la iglesia San Martín de Tours del pueblo. Su padre fue don Clemente Cortez Chunga, natural de Vice, Piura, y de oficio agricultor; su madre, doña Ricardina Belupú Purizaca, de Sechura y ocupación su casa. Es el mayor y único varón de tres hermanos, siendo las menores Marina Cortez Belupú y Gladys Dedios Belupú. A los dos años de edad quedó huérfano de padre, razón por la cual debió trabajar desde los nueve años para apoyar económicamente a su familia. En la iglesia del pueblo empezó a tocar instrumentos de percusión y luego de viento. Y así llegaron las primeras propinas que ganó con el sudor de su arte.

Don Máximo Dedios Zapata, primer 
maestro de música de Daniel 
A los once años de edad, en su Sechura querida, Daniel se incorporó a La Banda Dedios, más conocida como Los Diablos, de propiedad de don Máximo Dedios Zapata. Este señor le enseñó a leer y escribir música, y fue su primer maestro musical. Aquí se inclinó principalmente por la trompeta, aunque también dominó el trombón, asumiéndolos con la responsabilidad de un trabajo por el cual se obtenía un pago. Cinco años más tarde sintió la necesidad de desenvolverse en un escenario más grande. Y fue de esta manera como resultó en Chimbote en 1964.

La primera estadía de Daniel en Chimbote duró tres años, en este período su tío Máximo Belupú Purizaca lo contactó con distintos grupos y orquestas de la época, integrando inicialmente la Orquesta de Chiquito La Rosa en donde tocó la trompeta. En 1967, Daniel tenía diecinueve años de edad y decide viajar a Trujillo. Se matriculó en el Conservatorio Regional de Música Carlos Valderrama e hizo lo propio para continuar parte de sus estudios secundarios en los colegios Instituto Moderno, General Salaverry, y San Juan. 

Paralelamente a sus estudios en Trujillo, en esta ciudad integró las mejores orquestas de la época: Alicia Estrada, Dominó, Los Hermanos Silva y Nueva Sensación. Aquí continuó tocando su dorada trompeta, fiel compañera de siempre, y que a lo largo de su carrera él ha sabido susurrar, pulsar sus válvulas, y arrancar el éxtasis de sus más bellos sonidos. Daniel aún no había concluido sus estudios cuando dos años más tarde resuelve regresar a Chimbote. No podía estar lejos del gran amor que había dejado en el puerto de sus esperanzas, y que era la dueña de su corazón.

La Banda Dedios  (“Los Diablos”) de Sechura, 1963. 
Daniel: 15 años de edad, penúltimo de los parados
El músico que a comienzos de 1969 vuelve a Chimbote tenía veintiún años de edad, y había alcanzado plena madurez personal y artística. Durante las primeras semanas del nuevo año formó parte de la orquesta Quesquén y sus Estrellas de don Marino Quesquén Puicán. Poco después retomó la secundaria en el turno de la noche del colegio San Pedro, y semanalmente viajaba a Trujillo para concluir sus estudios en el Conservatorio de Música. Paralelamente integraba los grupos que animaban los shows nocturnos de los Night Clubs de la época. Y algo fundamental ocurrió también en ese año…

El segundo domingo de febrero de 1969 cinco músicos jóvenes y brillantes que formaban Los Cleaver Swing, visitaron a Daniel para invitarlo a este grupo e iniciar ensayos inmediatamente, pues en cuatro días iban a tener un “mano a mano” con el famoso conjunto limeño Pedro Miguel y sus Maracaibos. Estos jóvenes fueron: Germán Electo Luna, Erasmo González Silva, Enrique Vera Pastor, José Luis Oliva Moreno, y Lucio Reynalte Coral.

Daniel aceptó y se integró aportando ideas e incluso un nuevo nombre para el grupo. Según él mismo ha explicado, en la música cubana de entonces, a la rumba negra algunos dialectos la llamaban “rumba ney”. Lo cual le inspiró para rebautizar a Los Cleaver Swing como Los Rumbaney. El jueves 13 de febrero de 1969 la nueva orquesta debutó compartiendo escenario con Pedro Miguel y sus Maracaibos. Un año más tarde en el coliseo Amauta de Lima ganó un famoso festival de salsa donde participó lo mejor de la música tropical. En 1971 conquistó su primer Disco de Oro gracias a la canción “El Poncho”, y poco después uno más por “Cumbia India”. Una larga cadena de éxitos continuó durante la vigencia de la orquesta, la cual se prolongó hasta 1976. Ese año Daniel acompañó como arreglista a Aldo y los Pasteles Verdes en una exitosa gira por México y otros países, proyecto previsto para durar tres meses, pero que terminó extendiéndose cerca de un año.

1964. Al centro de pie aparece Daniel (16 años de edad) 
entre  sus  tíos  José del Carmen,  Víctor,  y  Guadalupe 
Belupú Purizaca,  y Julio Temoche Purizaca.  Sentados: 
Marina  Cortez  Belupú (hermana),  Emilio Belupú Antón 
(abuelo), Petronila Purizaca Benites (abuela), y Ricardina 
Belupú Purizaca (mamá)
Los días de Daniel siempre estuvieron marcados por un intenso trabajo y estudio. Ritmo de vida que, tal vez, no hubiera sido posible sin la fuerza del amor que se anidó en su corazón desde aquel día de 1964 cuando arribó a Chimbote. Conocer a la jovencita Angélica Montero Sánchez en la oficina donde su hermana trabajaba como secretaria fue el primer paso de una bella relación destinada a llegar al altar. El 11 de julio de 1970 Daniel y Angélica contrajeron matrimonio, fruto de esta unión nacieron sus cuatro hijos: Anny Delilah, las gemelas Anyela María y Kelly María, y Daniel Richard. A la fecha llevan cuarenta y cinco años de casados y viven en la urbanización El Trapecio de Chimbote.

Cuando el virtuoso trompetista residía en Trujillo empezó a firmar como “Santos D.”. Su nombre, en realidad… no es Daniel. Al nacer, sus padres revisaron el Santoral y vieron “9 de Octubre, día de San Dionisio”, y de acuerdo con la costumbre antigua le pusieron Santos Dionisio. De tal suerte que en Trujillo, al verlo firmar como “Santos D.” sus amigos empezaron a bromearle, preguntándole: ¿Eres tú Santos Daniel? Se referían, indudablemente, al famoso cantante puertorriqueño Daniel Santos, conocido también como “El Inquieto Anacobero”. El tiempo y la fama refrendaron su nombre como Daniel Cortez Belupú, y así lo conocemos desde entonces.

1970  Matrimonio de Daniel Cortez Belupú  y Angélica 
Montero   Sánchez.    Al  costado  izquierdo:   Máximo 
Belupú Purizaca (padrino de cambio de aros). Costado 
derecho:  Ricardina Belupú Purizaca  (mamá de Daniel)
La primera casa donde Daniel vivió en Chimbote estaba ubicaba en la calle 28 de Julio del barrio Magdalena Nueva, y perteneció a su tío Guadalupe. Aquí residió desde 1964 hasta 1970, año en que se mudó a la propiedad de su suegra en la avenida Aviación del barrio 12 de Octubre. Ambos lugares fueron cercanos al hogar del niño que lo admiraba. Así que para éste era común ver a su héroe por las calles de la vecindad. El niño, al saludarlo, en su mente solía repetir: “El importante Daniel…”. Esta frase le había quedado grabada desde la primera vez que escuchó el guaguancó que en 1971 Luis Álvarez Mesías le compuso al trompetista. Y cuya letra decía: “El importante Daniel tiene su filosofía, lo importante para él no es tener mucho dinero”.

En la casa del niño, el primer tocadiscos que tuvo la familia fue adquirido de segunda mano en 1972, era marca Philips y funcionaba con seis pilas. Con este aparato se celebraron las primeras fiestas familiares y llegaron los primeros discos. En la colección nunca faltaron las cumbias andinas “El Poncho”, “Granizo” y “Cumbia India” que catapultaron a Los Rumbaney al estrellato. La música que el niño escuchaba en el jirón Olaya la recomendaba en su casa y así llegaron nuevos discos, como “A Chimbote”, “Te Quiero te Quiero”, y “Llora Corazón”, expresiones de un sonido más tropical, costeño y orquestal. En cada hogar y rincón de Chimbote se cantó y bailó esta música. Y un eco infatigable resonó en la ciudad: “A Chimbote canto yo… En música Los Rumbaney, en vóley la selección, en fútbol el José Gálvez, José Gálvez es campeón”.

Estudio de Grabaciones de Aliro Zúñiga, 
Lima. 1972, Daniel, 24 años de edad
El niño de entonces hoy bordea los cincuenta y cinco años, y es el autor de estas líneas. Y el héroe de mi niñez es hoy mi gran amigo. Desde siempre hemos compartido un interés común por grandes temas, y todos los caminos nos conducen a Chimbote. Hace algunos años escribí un relato sobre la historia de la canción “A Chimbote”, compuesta por Daniel y considerada el himno no oficial de la ciudad. Hoy he querido compartir algunos apuntes sobre los orígenes de este “Patrimonio cultural vivo de Ancash”, conforme se le ha reconocido oficialmente. Medio en broma y medio en serio, a él le gusta repetir: “Como dice la canción del Gran Combo, lo que me vayan a dar, que me lo den en vida”. Y tiene razón.

Cada vez que viajo al Perú me reencuentro con él. “Hola importante Daniel”, le digo. “Eduardito de mi corazón”, me responde siempre. Ya sea vistiendo su pulcro terno oficial o un cómodo atuendo deportivo, me acompaña por las calles a respirar Chimbote. La gente le expresa cariño por doquier. Ingresamos a restaurantes que conoce como al bronce de su propia trompeta, y entonces yo… rompo mi dieta y mi condición de abstemio riguroso. Cuando estoy allá, en la casa de mi madre celebro un reencuentro con mi promoción de la primaria, y Daniel siempre viene para obsequiarnos un recital musical.

Daniel Cortez Belupú y Eduardo Quevedo Serrano
Chimbote, Perú. 2015
Durante nuestra última charla en Chimbote, le revelé que quería escribir algo sobre sus inicios en la música. Le indagué sobre muchos temas y terminé preguntándole por la letra de “Cholito”, disco emblemático de Los Rumbaney compuesto por Joel Estrada Delgado en 1973. “Escúchame Daniel -le dije-, entiendo que el personaje de la canción eres tú. Un cholito de Sechura que llegó a Chimbote. Trabajó duro y estudió duro. Asistía por las noches al colegio San Pedro, y viajaba a Trujillo al Conservatorio de Música. La moraleja es: Cholito estudia y triunfa”. Daniel hizo una pausa, guapeó las lágrimas, y con la voz secuestrada por la emoción me respondió: “… y es también un legado para toda la juventud”.

Mensaje personal para Daniel:
La vida finalmente viene haciendo justicia contigo y estás recibiendo los homenajes que te corresponden. No eres de los que se duermen en sus laureles, y sé que seguirás batallando como un quijote para ver tu sueño hecho realidad: un Teatro Municipal y una Escuela de Música y Arte para Chimbote. Hoy 9 de octubre es tu cumpleaños. Nos regalas amistad, talento y cariño. En tu día quiero corresponderte en algo con lo único que sé hacer: escribir. Ésta es una pequeña semblanza sobre tus inicios en la música y acerca de nuestra amistad… ¡Feliz cumpleaños Importante Daniel!

P.D.: Para leer el relato sobre la canción “A Chimbote”, darle un clic al siguiente enlace: ASÍ NACIÓ LA CANCIÓN “A CHIMBOTE” (LOS RUMBANEY)

New Hampshire, USA 
Octubre 9, 2015

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