miércoles, diciembre 21, 2011

LA LUNA Y YO


LA LUNA Y YO
“... la luna llena, luminosa y 
exuberante reina la noche”
Domingo diez de diciembre del año 2011, cuatro y treinta de la tarde, intersección de la Ruta 4 Este con Oak Street. Es el punto límite entre las ciudades de Dover y Rollinsford en New Hampshire. La luz del semáforo está en rojo. Me detengo. Dover, hacia la derecha. Y Rollinsford, el lugar donde vivo, a la izquierda.
La luz del semáforo cambia, volteo a la izquierda. Miro frente a mi y una maravillosa aparición me deja sin aliento. No es una bella mujer, no es la hermosura del paisaje. Es la luna.
La luna es un disco gigante, color naranja intenso, y suspendido tan cerca y tan bajo en el cielo que pareciera besar la copa de los árboles vecinos. Voy manejando a 60 millas por hora, reduzco la velocidad del auto para disfrutar este mágico momento. A las 4:30 p.m. ya es de noche en New Hampshire, la oscuridad se apodera del mundo, y la luna se ha desvestido para mostrarse radiante, intensa y casi al alcance de la mano.
Salí temprano de casa para “hacer el mercado” y recoger mi árbol de Navidad fresco y natural que tenía comprado de antemano. Llevo los comestibles en la maletera, el árbol navideño de ocho pies de alto va amarrado en el techo del auto. Es invierno en el hemisferio norte, hace frío en las calles, extraño la calefacción de la casa, pero mi encuentro con la luna es cálido y entrañable.
En la radio del auto escucho una entrevista a Paul Simon. Con genialidad él explica el proceso creativo de su propia música, y canta temas de su último álbum "So Beautiful or So What". En un momento de la entrevista el cantautor cuenta que Philip Larkin, uno de sus poetas favoritos, hacia el final de su vida llevaba varios años sin escribir. Y refiere Simon que en una oportunidad se le preguntó al poeta porqué no escribía, a lo que éste contestó: “Mi musa debe haberme desamparado”.
Mientras manejo pienso en la respuesta de Larkin, miro a la luna, y repito para mis adentros: “Esta noche mi musa no me ha abandonado”. La veo tan cerca que si acelerara el auto un poquito, imagino alcanzarla y preguntarle las viejas interrogantes acumuladas en mi mente desde cuando aprendí a recitarle: Luna lunera, cascabelera, ojos azules, boca morena.
"El Túnel": Colina en la calle 
Foundry,  Rollinsford, NH 
(Verano del 2011)
El recorrido a través de la Ruta 4 Este es de tan sólo tres millas. Al final de mi trayecto en esta vía me encuentro con un semáforo donde, otra vez, debo voltear a la izquierda con dirección a casa. Desde aquí doy una mirada final a la luna. Ella pareciera estar posada sobre la cúspide de Berwick Academy, edificio de una escuela que se yergue al final del camino y sobre lo alto de una colina del vecino pueblo de South Berwick, en el estado de Maine.
He volteado a la izquierda, y luego me deslizo cuesta abajo a través del “Túnel” de la calle Faundry y vuelvo a ver a la luna. En forma diagonal, intermitente y sobre todo coqueta, la luna pareciera jugar a las escondidas conmigo a través de los árboles espectrales y sin hojas apostados al lado derecho del camino.
He llegado al final del “Túnel”, hacia mi derecha ya no hay árboles sino un claro donde se extiende un tramo del río Salmon Falls, y al fondo sobre el horizonte nocturno, otra vez la luna llena, luminosa y exuberante reina la noche, mientras yo continúo mi camino rumbo a mi morada.
Río Salmon Falls, Rollinsford, NH  
(Verano del 2011)
Una calle más y desde la distancia veo mi casa, y al carro de mi esposa apostado en la entrada. Señal que tanto ella como mi hija ya están de vuelta, la calefacción debe estar trabajando, y la casa debe estar calientita.
Estaciono mi auto en la entrada, frente a la puerta me espera mi gato “Kitty” quien me muestra su alegría rodando sobre su espalda. Empiezo a descargar las compras, y luego el árbol navideño. Es el punto final a los quehaceres de un día agitado, y aún me queda un tiempito para escribir.
... Termino de revisar estas líneas. Las inicié sin nada definido en la mente, sólo siguiendo la dirección de mi auto. Y ahora que las he terminado, me pregunto: ¿Por qué las escribí? 
En realidad, no lo sé... tal vez las escribí pensando en que la luna y la Navidad se encuentran a la vuelta de la esquina.
New Hampshire, USA
Diciembre, 2011
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martes, diciembre 13, 2011

MI AMIGO MARCO

MI AMIGO MARCO
A
Marco Antonio Arroyo Benites
Chimbote  1978  -  Marco  en  la 
fiesta de promoción del colegio
Era 1972, yo tenía 12 años de edad y terminaba la primaria en la Escuela Nº 89007 del 21 de Abril “B” de Chimbote. Eran tiempos que en mi casa, ubicada en la cuadra trece de la avenida Aviación, se alquilaba bicicletas por hora a los muchachos del barrio.
Entre los clientes que llegaban por las bicicletas había un jovencito evangélico de mi edad. Yo lo conocía de vista, pues lo veía asistir a una iglesia situada a unos cuantos pasos de mi casa, la Iglesia de Cristo. Era serio y formalito. Y al alquilar su bicicleta, se registraba con este nombre: Marco Antonio Arroyo Benites.
En 1973 inicié la secundaria en la G.U.E. San Pedro de Chimbote, aquí me volví a encontrar con Marco. Al año siguiente ya era mi mejor amigo y hacia 1975 éramos estudiantes inseparables, Marco era bueno para los números y a mí me gustaban las letras. Nuestros talentos se juntaron y nuestro grupo de estudios devino en el mejor de la clase.
Con el pretexto de las tareas escolares, a menudo visitaba su casa en el jirón Balta, a un pasito de la intersección con la avenida Pardo. Cada vez que llegaba, su madre, doña Consuelo, me invitaba mi plato favorito: pescado frito con arroz y abundante zarza con limón. Escuchábamos música de Los Galos mientras realizábamos las tareas escolares, y conversábamos de todo, especialmente sobre las chicas y las dudas de la adolescencia.
La música no siempre fue de Los Galos. Marco me introdujo a la música evangélica de Manuel Bonilla, y luego a la mismísima Iglesia de Cristo. Confieso que asistía a la iglesia más por las “hermanas” (chicas) que por el culto, aunque también me gustaban los estudios bíblicos. El padre de Marco, don Félix, impartía un interesante curso bíblico al cual yo empecé a asistir. 
Marco inició su carrera universitaria antes que yo. En 1979 viajó a Lima y al año siguiente empezó sus estudios de Ingeniería Química en la Universidad Nacional de Ingeniería. Mientras que yo, atrapado por el torbellino de la política, me demoré un poco y viajé a Trujillo en 1983 para estudiar Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Trujillo.
En 1982 Marco conoció a Eva, una bella chica de Samanco (Ancash, Perú) con quién empezó una hermosa historia de amor, y los hijos le empezaron a llegar: Mirella en 1983, Ivone en 1985, Hanss en 1987, y Nicole en 1995. El idilio con Eva se desvanece, y en 1996 llegaría Sebastián, su último hijo, en otra relación de pareja.
En un punto de los años ‘80 Marco interrumpió sus estudios de Ingeniería Química. Necesitaba trabajar. Se reinventó a sí mismo e ingresó a un mundo nuevo: la peluquería. Desde entonces Marco es uno de los más prestigiosos estilistas de Lima. Cuando me dio la noticia que dejaba los estudios, recuerdo que me dijo: “Tú no verás la conexión, pero voy a utilizar mis estudios de Geometría del Espacio para ser el mejor peluquero de Lima”. Sus palabras fueron premonitorias.
Momentos duros también ha habido. Un día de 1987 me encontraba en mi cuarto de estudiante en el jirón Colón de Trujillo. La radio me traía las noticias. De pronto un reportero anunció un terrible accidente de carretera a la altura de la ciudad de Chepén. Dentro de la relación de fallecidos un nombre me estremeció, pero quise creer que se trataba de un homónimo. Segundos después sonaría el teléfono, y la dueña de la casa gritaría con dirección a mi ventana: “¡Eduardo, teléfono, tu mamá, dice que es urgente!”. Doña Consuelo, la mamá de Marco, se había marchado para siempre.
1987 es también el año en que Marco empieza a viajar por el mundo. Argentina y diferentes países europeos son testigos de su depurada destreza. A sus triunfos en Lima, se sumaría su gran experiencia internacional.

Lima 2007 - Eduardo y Marco 

Yo, por mi parte, salí hacia Europa a inicios de los ‘90. En Londres conocí a Terry, mi esposa, y nació Dorothy, mi única hija. Cada dos años llevo a mi familia al Perú. Al llegar al Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, Marco siempre nos espera y jamás nos permite alojarnos en hoteles: nos lleva a su casa. Así conocimos su pequeño alojamiento en la avenida Angamos de Miraflores, Lima donde Marco nos daba su cama, mientras él dormía en su silla de peluquero. Y luego conocimos su amplio alojamiento-salón en la avenida Dos de Mayo del mismo distrito limeño.
Si alguien me pidiera que defina a Marco con una palabra. La respuesta sería fácil: Determinación. Varias veces he visto a Marco caído, y siempre me dijo lo mismo: “Dame unos mesecitos y me verás parado otra vez”. Siempre cumplió su palabra.
Y si alguien preguntara a Terry o Dorothy por el momento más emocionante de sus visitas a Lima. La respuesta es invariable: cuando Marco les arregla el cabello. Durante nuestra última visita a Lima no tuvimos tiempo para este detalle, entonces Marco viajó por siete horas de Lima a Chimbote, trajo una tijera en el bolsillo, les arregló el cabello y se regresó a Lima. 
Y para Dorothy hay otra cosa especial en Chimbote: el papá de Marco, un prestigioso joyero, le ha hecho varios trabajos, entre ellos un brazalete. Dorothy se va haciendo grande, y en cada una de las visitas don Félix le va agregando eslabones al brazalete.
Marco: así es nuestra amistad, como los eslabones que se van agregando al brazalete de Dorothy. Es una joya enriquecida con el tiempo. Atrás quedaron tantas cosas, como Inés e Hilda, como Pocha y La Zarca ¿las recuerdas? De muchachos compartíamos tanto tiempo juntos que terminábamos enamorándonos de parejas de amigas!
Volviendo al presente. Hoy es un día especial para ti. Y he querido brindar testimonio de nuestra amistad. ¡Feliz cumpleaños!
Eduardo.
New Hampshire, USA
Diciembre 13, 2011
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MY FRIEND MARCO

MY FRIEND MARCO
To
Marco Antonio Arroyo Benites
Chimbote 1978  
Marco at the high school prom
It was 1972. I was 12 years old and about to finish my primary studies in School No. 89007 in Chimbote’s 21 de Abril “B” residential development. In those days bicycles were rented by the hour to the neighborhood kids from our home on Aviation Avenue’s thirteenth block.
Among the customers arriving for the bicycles there was an evangelical boy who was my age. I knew him by sight, since he went to a church located a few steps from my house, the Church of Christ. He was kind of serious and well-mannered. And when renting a bicycle he would register himself with this name: Marco Antonio Arroyo Benites.
In 1973 I started secondary school at San Pedro in Chimbote, and here I ran into Marco again. The following year he was already my best friend and by 1975 we were inseparable classmates. Marco was good at math, and I liked language arts and social studies.  We joined forces to combine our talents, and our study group became the best in the class.
Under the pretext of homework, I often visited his home on Balta Avenue, a few steps from the intersection with Pardo Avenue. Each time I went to his house his mother, Doña Consuelo, would offer me my favorite dish: fried fish with rice and plenty of “zarza” (lemon/onion salad). We listened to music by the band Los Galos while doing homework, and talked about everything, especially about girls and the doubts of adolescence.
The music was not always by Los Galos. Marco introduced me to Manuel Bonilla’s evangelical music. And before you know it I was attending the Church of Christ. I confess I went to church more for the girls than for the worship, but I also liked the Bible studies. Marco's father, Don Félix, led an interesting Bible course which I started going to.
Marco began his college career before me. In 1979 he moved to Lima, and the following year began studying Chemical Engineering at the National Engineering University. Meanwhile, I was caught in the whirlwind of politics, and it took me a little longer before I went to Trujillo in 1983 to study Law and Political Science at the National University of Trujillo.
In 1982 Marco met Eva, a beautiful girl from Samanco (Ancash, Peru), with whom he began a wonderful love story, and his children began to arrive: Mirella in 1983, Ivone in 1985, Hanss in 1987 and Nicole in 1995. Then the relationship with Eva ended, and in 1996 he had one more child, Sebastián, in another relationship.
At one point during the 1980s Marco interrupted his chemical engineering studies. He needed to work. He reinvented himself and entered a new world: the one of hairdressing. Since then Marco remains one of the most prestigious stylists of Lima. When he broke the news to me that he was leaving college, I remember that he said to me, "You might not see the connection, but I am going to use my geometry studies to be the best hairdresser in Lima." His words were prescient.
There were also tough times. One day in 1987 I was in my student room in Trujillo’s Colombus Street. The radio was on, bringing the news to me. Suddenly a reporter announced a terrible road accident in Chepén. When hearing the list of the deceased a name shook me, but I wanted to believe that it was only someone else with the same name. Seconds later the phone rang, and my landlady shouted in the direction of my window, "Eduardo, telephone, your mom says it's urgent!". Doña Consuelo, Marco’s mom, was gone forever.
1987 was also the year that Marco started to travel around the world. Argentina and several European countries witnessed his polished skills. To his triumphs in Lima, a great international experience was added.

Lima 2007 - Eduardo and Marco 
I, on the other hand, left for Europe in the early '90s. In London I met Terry, my wife, and my only daughter, Dorothy, was born. Every two years I take my family to Peru. Arriving at Lima’s Jorge Chávez International Airport, Marco is always waiting for us and never lets us stay in hotels: he take us to his place. So we stayed at his small apartment on Angamos Avenue in Lima’s Miraflores district, where Marco gave us his bed while he slept in his barber chair. And later we stayed at his spacious apartment/salon on Dos de Mayo Avenue in the same district of Lima.
If someone were to ask me to define Marco with one word the answer would be easy: Determination. Several times I have seen Marco fall on hard times, and he always said the same thing to me: "Give me a few months and I’ll be back in business again.” He always kept his word.
And if someone were to ask Terry and Dorothy for the most exciting part of their visits to Lima the response would always be the same: when Marco does their hair. On our last visit to Lima we did not have time for this treat, but Marco traveled seven hours from Lima to Chimbote, with a pair of scissors in his pocket.  We had a chance to visit with each other, and he also made time to style Terry and Dorothy’s hair before returning to Lima. 
And for Dorothy there is always another special treat in Chimbote: Marco’s father, a prestigious jeweler, has done several jobs for her, including a bracelet. Dorothy is growing up, and in each of the visits Don Félix keeps adding links to the bracelet.
Marco: Thus is our friendship, like the links that have been added to Dorothy’s bracelet. It is a treasure enriched with time. Gone are so many things, like Inés and Hilda, like Pocha and La Zarca. Do you remember them? When we were young we shared so much time together that we ended up falling in love with pairs of friends!
Returning to the present. Today is a special day for you. And I wanted to offer testimony to our friendship. Happy Birthday!
Eduardo.
New Hampshire, USA
December 13, 2011
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